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700 millones de chinos sin médico

La población rural del gigante asiático, marginada de la sanidad pública, tiene que sufragarse medicinas y doctores

ANDREA RODÉS

Wu Juan es la única paciente en el pequeño dispensario médico de Bei Da Ran, una población de recolectores de trigo, a unos 150 km de Pekín. Sentada en un camastro de sábanas sucias y con el abrigo puesto para protegerse del intenso frío, la mujer espera aburrida a que la medicina fluya por las venas de su muñeca izquierda. No hay ningún doctor que la atienda, pero al menos aquí hay un gotero y jeringuillas limpias para inyectar a Wu un medicamento a base de suero contra el resfriado, que ella misma compró por diez yuanes, poco más de un euro.

'Sólo podemos ofrecer primeros auxilios', explica Jian Lanzhu, director de este rudimentario dispensario médico de la provincia de Hebei, en el noreste de China. Estos 'primeros auxilios', sin embargo, no incluyen ni poder enyesar un brazo roto o hacerse una radiografía. La atención médica en las zonas rurales sigue siendo un agujero negro para China, donde más de 700 millones de personas no se benefician de asistencia sanitaria pública.

El sistema de hukou, que clasifica a la población según el lugar de residencia rural o urbana sigue determinando las ayudas sociales que corresponden a cada ciudadano. Así, mientras los residentes urbanos y funcionarios públicos pueden beneficiarse cada vez más del sistema sanitario iniciado a principios de los ochenta, la población rural, incluidos los trabajadores inmigrantes en las grandes ciudades, se ven forzados a ahorrar para costearse los gastos médicos.

Llegar al 90% de la población en 2011

Para estimular la economía doméstica y hacer frente a la crisis, Pekín se ha dado cuenta de la necesidad de mejorar el bienestar de la población rural. Y eso pasa por garantizar la cobertura sanitaria. El pasado enero, China aprobó un plan de 97.000 millones de euros para garantizar asistencia médica universal al 90% de la población en 2011. Un plan sin detalles sobre medidas concretas y demasiado ambicioso, según muchos expertos, pero que puede servir para paliar las diferencias sociales entre las zonas urbanas y rurales del país más poblado del mundo.

'Mucha gente no acude al médico porque no quieren pagar las cuotas', explica Jian, en el vestíbulo vacío de su dispensario. Una pizarra junto a la puerta de entrada detalla el funcionamiento del sistema de asistencia rural actual, una especie de cooperativa en el que cada residente debe pagar 20 yuanes al año (unos 2,5 euros) para que el Estado les reembolse una parte de los costes médicos.

En el dispensario de Bei Da Ran el Gobierno cubre el 80% de los gastos, pero el porcentaje disminuye a medida que aumenta el nivel del hospital. El resultado es que muy pocos campesinos participan en el sistema desde que entró en vigor, en 2006, ya que no pueden pagar por adelantado los costes del tratamiento o desconfían de los hospitales.

En el sistema sanitario chino, los centros hospitalarios están obligados a autofinanciarse y muchos tienden a inflar los costes. 'Nuestros ingresos dependen de los pacientes y de la venta de medicamentos', explica Duan Guoqiao, director del hospital rural de Qingyuan, una población de medio millón de habitantes cercana a Bei Da Ran. El centro dispone de varias consultas médicas, una unidad de maternidad y un laboratorio de análisis de sangre básicos, pero aquí el Gobierno sólo financia el 60% de los costes médicos.

Sin medios para tratar el cáncer

En la sala de espera, Liu, un anciano de 86 años con problemas para respirar, sujeta una radiografía de sus pulmones mientras su hija le compra medicamentos en la farmacia del hospital. Ha pagado 200 yuanes, unos 22 euros. 'Los problemas más frecuentes son los problemas cardiovasculares y respiratorios', explica Duan, neurólogo de formación. Pero el hospital no está preparado para tratar casos avanzados de cáncer, una de las principales causas de defunción en China, y los pacientes deben ser tratados en hospitales provinciales, donde los costes del tratamiento se disparan y los subsidios bajan.

'Yo animo a la gente a venir aquí, no hay más médicos en la zona', dice Jian. Antes de dirigir el dispensario, Jian era un doctor descalzo o chijiao yisheng, como se conoce popularmente a los miles de médicos rurales de formación limitada que se encargaron de la atención primaria en el campo durante la China comunista.

Con la privatización de la economía en los ochenta, la mayoría de los chijiao yisheng fueron recolocados en dispensarios y hospitales, dejando un inmenso vacío en la atención primaria rural. Hoy muchos campesinos no tienen más remedio que dirigirse a los hospitales para tratar enfermedades comunes y afrontar costes médicos más elevados de lo normal.

'Siempre intentamos encontrar los proveedores de medicamentos más baratos', asegura Duan, frente a la farmacia del hospital de Qingyuan. Pero la corrupción local en la venta de medicamentos y la inflación de los costes en los centros hospitalarios siguen siendo uno de los principales problemas del sistema sanitario chino. El nuevo plan de salud pública de Pekín incluye medidas para controlar la producción y distribución de fármacos y aumentar las ayudas a pacientes y hospitales rurales. El sueldo medio mensual de los empleados en el hospital de Qingyuan es de 2.000 yuanes, unos 220 euros.

Al lado del viejo Liu está sentada Hu Qian, una joven de 24 años, hija de campesinos de Hebei, que espera el resultado de su análisis de sangre. Está preocupada por un resfriado que lleva tiempo sin curar. Los hospitales y dispensarios rurales de China se han convertido en las principales unidades de prevención de epidemias, desde que estalló la crisis del Síndrome Agudo Respiratorio Severo a finales de 2002.

En los pasillos del dispensario de Bei Da Ran, abierto ese mismo año, unos pósters explican que sufrir un constipado durante tres semanas y escupir sangre pueden ser síntomas de tuberculosis respiratoria. China es el segundo país con mayor número de afectados por esta enfermedad, por detrás de India.

Resistencia a la tuberculosis

El uso inadecuado de fármacos, la falta de supervisión en el tratamiento y de medidas profilácticas en los hospitales explican la resistencia del bacilo de la tuberculosis en el gigante asiático, según un estudio realizado por científicos chinos e holandeses publicado en diciembre por la revista BioMedical Center. La tuberculosis se contagia sobretodo entre los trabajadores inmigrantes y las víctimas de sida, que se ha convertido en la enfermedad contagiosa más letal de China, según cifras oficiales.

'Lo que ocurre en China afecta a la dinámica de la salud global', dice la prestigiosa revista médica Lancet. La sanidad pública en China es importante no sólo porque afecta a un país de 1.300 millones de ciudadanos y representa un epicentro de enfermedades infecciosas, sino también por las innovaciones médicas que puede aportar, como en el campo de la medicina tradicional Uno de los remedios más populares para tratar las enfermedades respiratorias en el gigante asiático es el Shuang Huang Lian, un antibiótico natural a base de hierbas.

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