Adiós al cineasta de las mil y una noches

La muerte tiene estas cosas: otorga profundidad a lo dicho y hecho. Pasa ahora que acaba de fallecer un gran cineasta, el chileno Raúl Ruiz, que el año pasado deslumbró en San Sebastián con Misterios de Lisboa, la obra de cuatro horas y media a la que muchos llamaron "su testamento fílmico". El reconocía en una entrevista con Público: "Siento que es una película de final de carrera, y es algo que tiene que ver con mi enfermedad. Me di cuenta que de aquí en adelante voy a hacer películas testamentarias, voy a ser como esos millonarios caprichosos que cambian cada cierto tiempo su testamento". Decía entonces que había iniciado el rodaje de otra película herencia: La noche de enfrente, cuya posproducción ultimaba en París.

Raúl Ruiz o Raoul Ruiz en la versión afrancesada de su nombre falleció en París a los 70 años, debido a una infección pulmonar. El cineasta chileno, que vivió entre Francia y Portugal gran parte de su vida, estaba afectado por un cáncer de hígado desde 2009, enfermedad que le sorprendió en medio del rodaje de Misterios de Lisboa, el apabullante folletín filmado que le valió el premio a mejor director en el Festival de San Sebastián y el Louis Delluc a la mejor película francesa del año pasado.

Tras Misterios de Lisboa', reconoció, irónico, que sólo haría "películas testamentarias"

Deja alrededor de 150 películas. "Ni él mismo sabía cuántas había hecho", dijo a Efe François Margolin, productor de algunos de sus filmes. Para Margolin, una de sus mejores películas fue El tiempo recobrado (1999) porque "encontró en el cine el mismo tipo de narración que Marcel Proust en la literatura".

En efecto, la relación entre literatura y cine fue parte esencial de su obra. Llevó a la gran pantalla a Proust en la celebrada El tiempo recobrado, a Camilo Castelo Branco en Misterios de Lisboa, a Stevenson en La isla del tesoro (1985), a Racine en Bérénice (1983), a Balzac en La casa Nucingen (2008), entre muchos otros. Empezó escribiendo literatura, sobre lo que comentaba con su fino sentido del humor: "Estoy acumulando mis novelas póstumas. No tienen nada de particular: me aburre mucho tener que corregirlas, así que lo dejaré para después de muerto".

Fue candidato en cinco ocasiones a la Palma de Oro de Cannes, certamen que lo premió en 1983 por el filme Las tres coronas del marinero; con su debut de 1968, Tres tristes tigres (adaptación una vez más de una obra literaria) ganó el Leopardo de Oro en Locarno, y en 1997 fue reconocido por la Berlinale con el Oso de Oro por su contribución al cine.

Deja dos películas póstumas: La noche de enfrente' y As Linhas de Torres'

El presidente francés Nicolas Sarkozy y el del Festival de Cannes, Gilles Jacob, estuvieron de acuerdo al declararlo "heredero de los Lumiere". Jacob lo definió como "narrador de las mil y una noches", que "como sucede entre los mejores escritores latinos, estaba dotado de una imaginación incomparable".

Ruiz estaba apunto de iniciar el rodaje de As Linhas de Torres con la producción, una vez más, de su amigo el prestigioso productor portugués Paulo Branco. Encabezaba el reparto John Malkovich, a quien había dirigido en Klimt (2006). El propio Branco será el encargado de impulsar este último proyecto sobre las invasiones francesas en Portugal. Branco dijo que el director dejó "todas las indicaciones". Deja así dos películas póstumas.

La que es ya la última finalizada por el propio director, La noche de enfrente, es también una adaptación literaria. Esta vez del chileno Hernández Soler, del que Ruiz fue amigo cercano. "Lo que me une a su literatura", confesó a este periódico, "es que no hay una división clara entre los vivos y los muertos. Los personajes se mueren y siguen haciendo más o menos las mismas cosas, sin que esto sea extraordinario. Como uno se muere oficialmente todas las noches, la muerte es solo un caso particular de ese tipo de ceremonia". Será enterrado en Chile, como era su deseo.