Este artículo se publicó hace 14 años.
Almuerzo de Estado para el mundo de la cultura
Cerca de un centenar de representantes del mundo de la cultura iberoamericana asistieron a mediodía de hoy a una suerte de "almuerzo de Estado" ofrecido por los Reyes en honor del premio Cervantes, José Emilio Pacheco (México, 1939).
La comida se celebró en el salón del Palacio Real de Madrid que acoge las cenas de Estado ofrecidas a gobernantes extranjeros en visita oficial.
Se sentaron a la mesa 100 comensales, 28 de ellos mujeres, que apreciaron la crema de espárragos con dados de salmón y huevo de codorniz, el rodaballo a la vinagreta de tomate y albahaca con patatas torneadas y la tarta de limón con frambuesas.
El Rey pronunció un brindis al comenzar el almuerzo, y sus primeras palabras se dirigieron a Juan Antonio Samaranch, ex presidente del Comité Olímpico Internacional, fallecido ayer: "Barcelona, Cataluña y el resto de España han perdido a uno de sus hijos de mayor proyección universal. Un gran español, promotor ejemplar de los valores olímpicos y del entendimiento entre los pueblos, cuya estrecha amistad, firme lealtad a la Corona y permanente servicio a España nunca podremos olvidar".
A continuación, el Rey vinculó a los dos últimos ganadores del Cervantes, Juan Gelman y Pacheco, con la afirmación del poeta argentino Raúl Gustavo Aguirre: "La amistad de los poetas es lo mejor de la poesía".
"Pero esa amistad de los poetas", continuó el monarca, "apunta a algo superior: al hecho de que la poesía y la creación literaria en general no son propiedad exclusiva de cada autor, sino tarea colectiva común".
Don Juan Carlos agregó que el almuerzo era "un acto de alta fidelidad a esa amistad que, más allá de diferencias personales", hermana a cuantos se afanan "en servir con ilusión y esfuerzo a la palabra que nos hace libres".
Asistieron al almuerzo, además de los Reyes, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel.
Y también personalidades del mundo de las letras como Víctor García de la Concha, Mario Vargas Llosa, Juan Gelman, Nélida Piñón, Carlos Bousoño, Darío Villanueva, Francisco Brines, Gonzalo Celorio (secretario de la Academia mexicana), Gregorio Salvador y José Antonio Pascual.
Entre los comensales estaban también Álvaro Pombo, Tomás Segovia, el Marqués de Tamarón, Luis Mateo Díez, Carme Riera, José María Guelbenzu, Martín Casariego, Blanca Andreu, Juan Manuel de Prada, José María Merino, Humberto López Morales, José Carlos Mainer, Félix Grande, Espido Freire, Kirmen Uribe, Ángela Becerra, Luis Goitisolo Gay, Rosa Montero y Gustavo Martín Garzo; y editores como Ana Gavín, Jesús Munárriz, Jesús García Sánchez o Pedro de Andrés Romero.
Entre los periodistas figuraban los académicos Juan Luis Cebrián y Luis María Anson; José Luis Gutiérrez, Pedro García Cuartango, Raúl del Pozo, Jacinto Antón y Álex Grijelmo.
Estuvieron presentes también los historiadores Carmen Iglesias, Juan Pablo Fusi, Santos Juliá, Gonzalo Anes, Nicolás Sánchez Albornoz y el Marqués de Castrillón; el dibujante Antonio Mingote y el cineasta y escritor José Luis Borau, entre otras personalidades.
Todos ellos participaron después del almuerzo en corrillos y coloquios improvisados. Los castellano-leoneses Gustavo Martín Garzo, José María Merino y Luis Mateo Díez hacían piña pero admitían en el grupo a la vasca Espido Freire y al madrileño Martín Casariego. Algunas escenas de la película "El pisito", clásica del cine español, centraban la conversación.
Otro corrillo en el que tomaba parte la ministra de Cultura hablaba sobre cómo resistir el protocolo en el palco del estadio Bernabéu durante un partido de alta tensión como el Real Madrid-Barcelona.
Algunos diálogos entrecruzados mencionaban la palabra "crisis", y en otros se recordaba con pena a Juan Antonio Samaranch. A la salida, varios de los presentes ofrecían su coche para trasladar a la escritora brasileña Nélida Piñón a la estación de Atocha, donde debía tomar el AVE a Barcelona. Ella insistía en ir en taxi, pero finalmente aceptó la invitación.
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