"Analogue", obra adquirida recientemente por el Museo Reina Sofía, es el centro de la primera gran exposición que este museo dedica en España a la fotógrafa norteamericana Zoe Leonard.

Esta obra, que ocupa una de las tres salas de la exposición, es la más trascendente por su envergadura -400 fotografías en color- y por el tiempo empleado en su realización, desde 1998 a 2007, año en que se exhibió en la Documenta de Kassel.

Tiendas de Nueva York y otras metrópolis muestran en la obra los efectos de la globalización y cómo las grandes marcas han invadido todo, pero también cómo el carácter peculiar de cada lugar termina prevaleciendo en los detalles

Organizada en colaboración con el Fotomuseum Winterthur de Suiza y comisariada por Lynne Cooke, subdirectora de Conservación, Investigación y Difusión del museo, la exposición está compuesta por una selección de cien obras que representan el trabajo más significativo de Zoe Leonard (Liberty, Nueva York,1961), desde los años setenta hasta la actualidad.

Océanos, cataratas como las del Niágara, vías férreas recorriendo el planeta, paisajes urbanos, mapas y modelos anatómicos, escaparates, museos y tiendas, las imágenes de esta artista, principalmente en blanco y negro, son como una cartografía de la condición humana.

El director del Reina Sofía, Manuel Borja Villel, resumió el porqué de la presencia en el museo de esta artista, poco conocida en España pero con fama internacional, en que hay pocos como ella capaces de reflejar lo inefable que hay en toda obra de arte. "Sus obras tienen algo de documental, pero al mismo tiempo nos preguntan un porqué, y lo hace con una inteligencia visual más allá de lo normal y con gran conocimiento de la fotografía".

La obra de Zoe Leonard es además muy importante por cómo refleja el tiempo. "Desde que fotografía hasta que positiva las imágenes pasa bastante tiempo. Sus fotos tienen algo de secuencia cinematográfica y reflejan ese paso del tiempo".

Borja Villel destacó también el hecho de que las cosas se van entrelazando en la obra de esta artista, como lo demuestra "Analogue", que tiene "algo de archivo pero de un archivo no cerrado". A todo ello se suma el que más que fotografiar elementos o seres humanos, fotografía el uso "y aunque la figura humana no aparece, siempre está presente en su obra".

Sobre "Analogue", Lynne Cooke afirmó que se compone de secciones o capítulos, "cada uno de los cuales está formado por un grupo de fotografías organizadas conforme a su propia cuadrícula. Esta estructura crea un diálogo interesante entre la monumentalidad del conjunto, el grupo más pequeño de la sección y cada imagen individual".

La comisaria resaltó también el hecho de que en las obras tempranas de Leonard hay gran variedad de practicas y formas de tratar la fotografía que no son tradicionales. "Intenta pasar de la imagen a una realidad subjetiva, lo que hace que cada imagen sea muy diferente. Sus fotos no son documentos neutros, sino artefactos que interpretan el mundo desde una postura subjetiva".

Cooke consideró que la fotógrafa es "una de las artistas clave de su generación" con una trayectoria de veinte años de trabajo en los que ha realizado fotografías "que pueden parecer modestas en sus dimensiones pero que ocupan mucho en tamaño".

Este hecho se refleja en el montaje de la exposición en el que el espectador disfruta de gran espacio para poder observar las imágenes "y se tome su tiempo. Las salas, organizadas con un ritmo determinado, están incompletas hasta que llega el visitante, que necesita espacio. Pretendo dejar aperturismo y ambigüedad que deje espacio a otros ojos, no solo a los míos", comentó Zoe Leonard.

Sobre Analogue, la artista consideró que para contar lo abrumadoras que son las relaciones mundiales en la actualidad y cómo nuestras vidas están dejando de existir dentro de estructuras locales, temporales, específicas y conocidas, era preciso recurrir a una gran escala. "Mi intención era hacer un retrato de quiénes somos actualmente como cultura y como civilización".