Carlos Aires (Ronda, 1974) ostenta el loable mérito de ir contracorriente en un Arco de lo más uniforme. Todo es imaginación y socarronería en él, empezando por su tarjeta de presentación: una ficha de plástico fucsia con estrellas doradas, que se antoja el pase a un tiovivo de feria. El suyo es un universo en el que no falta el sentido del humor.

Acercarse a su composición Love is in the air significa repasar en un abrir y cerrar de ojos, las actitudes más repetidas en los medios de comunicación. Metralletas, masturbaciones, ejecuciones... 'Investigo la sucesión de imágenes como un nuevo espectáculo contemporáneo', sintetiza. Un espectáculo en el que la pornografía y la violencia está muy presente. Aires rema a contracorriente de nuevo, al plasmar su investigación del imaginario mediático, en un soporte eminentemente lúdico como es el disco de vinilo.

'Busqué imágenes fotográficas en Internet introduciendo en el buscador palabras fetiche, como muerte o catástrofe y recorté las siluetas de las imágenes que aparecieron, sobre los discos de vinilo', explica. Esto lo enseña en la galería Sandunga, pero en Álvaro Alcázar muestra la misma idea, realizada con billetes de 50 euros.

Gancho cercano

Reconoce utilizar el vinilo porque le gusta que la 'gente se relacione con ellas', porque parece difícil pensar en otro material industrial tan popular como el utilizado para los discos. 'Me gusta recurrir a ese tipo de ganchos', agrega. Además de Love is in the air, Aires también presenta en Arco un toro de Osborne con iluminación de bombillas rojas (hecho por los mismos feriantes que le hicieron la tarjeta de visita).

'Hablar de lo trágico desde el melodrama forma parte de la cultura del sur, es algo que está presente en la Semana Santa, cuando la gente se desmaya en un trozo de madera', reflexiona. A contracorriente, por tercera vez, usando iconos ibéricos para hablar de las carencias propias y ajenas.