Este artículo se publicó hace 12 años.
Atrapados en el egoísmo alemán
Las crisis de crédito necesitan inyecciones de liquidez a la banca acompañadas de políticas de estímulo del gasto público
Los políticos saben lo que tienen que hacer. Sólo falta que tengan intención de hacerlo, decía hace unos días en Berlín la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Mirando la evolución de la crisis, la siniestra doble uve que ya está dibujando, los motivos que han truncado lo que fue un claro comienzo de recuperación, se diría que tiene razón. No hay que remontarse a si fue el New Deal o la II Guerra Mundial lo que sacó a EEUU de la crisis de los años treinta. Lo supo George W. Bush tras el hundimiento de la economía de su país provocado por los atentados de 2001. Lo supo el G-7 cuando dio indicaciones a Japón de que tirase del carro de las economías asiáticas para sacarlas de la crisis en 1998. Lo supieron todos en noviembre de 2008 y lo pactaron en una reunión del G-20 en Washington. Lo sabe y lo repite sin descanso el Nobel de Economía Paul Krugman y lo defendió cuando le interesó, sacudiéndose su republicanismo como si fuese un resto de huevo en la chaqueta, el ya exgobernador de la quebrada California Arnold Schwarzenegger.
Estímulos necesariosMerkel se niega a explicar a su país que Alemania está en recesión
La economía, cuando se cae, necesita estímulo. Si la banca está metida en el desastre, y suele perderse pocos, si la crisis económica está acompañada por una crisis de crédito, lo único que puede tirar del PIB son las exportaciones o el gasto público. Y si el mundo entero está en una situación similar y exportar se complica, sólo queda una opción: gasto público. Recortarlo hasta que no quede ni hueso es rematar la economía. Y en esas está Europa y su austeridad.
¿Quién empezó a fallar en la unidad? La canciller alemana, Angela Merkel, que estaba sentada a la mesa del acuerdo de Washington en 2008 y fue salir por la puerta y empezar con sus melindres. La austeridad de Merkel noes una convicción mística de que gastar es malo. Es un gasta tú, que a mí me da la risa. Alemania ha crecido en la última década exportando. Ya en 2009, mientras le decía a EEUU que dejase de presionar para que se cumpliese la recomendación del FMI de que el estímulo se situase en el 2% del PIB de cada país, Merkel pedía a China que gastasemás para favorecer sus exportaciones.
La crisis de la deuda soberana ha puesto a Alemania en una situación muy complicada. Da la impresión de que la austeridad le ha venido bien porque ha convertido al bono alemán en un título por el que los inversores son capaces incluso de pagar con tal de usarlo como refugio. Nadie puede compararse bien con un país que deja, en plena crisis, su déficit en el 1% respecto al PIB como hizo Alemania en 2011. El castigo al resto de socios, con un mercado histérico que tiene que elegir en qué deuda pública denominada en euros invierte, está garantizado. El discurso victimista del país que paga los excesos del sur da puntos a Merkel, aunque el dinero acabe en su propia banca, que se enriqueció financiando burbujas del sur y ahora apuntala con impuestos de todos los europeos aquellas inversiones de riesgo. Sin embargo, esta estrategia esconde una mentira que le va a estallar a Merkel en las manos. Se lo ha dicho el Bundesbank, las exportaciones no crecen.
Cada punto menos de déficit público hunde en 0,7 puntos el PIB de un país
"Cuando en verano, Merkel le diga a los alemanes que están en recesión, entonces se defenderá que hace falta un plan de estímulo", apunta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "Alemania presentó un Presupuesto equivocado y ahora tiene que ir a su Parlamento a decirlo". Las ingentes inyecciones de liquidez a los bancos del Banco Central Europeo (BCE) con la teórica intención de que fluya a la esfera privada no funcionan, ni siquiera con el medio billón que les ha prestado a tres años. La banca se lo guarda para curarse de sus excesos. "La política monetaria no es eficaz cuando se está en una crisis de crédito. Evita la quiebra del sistema bancario pero debe acompañarse con políticas de estímulo. Sólo Alemania se financia a cinco años al 0,7% y por eso es quien puede lanzar ese plan de estímulo", añade.
Reconducir el superávit alemánPara Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, "hace falta una Hacienda europea" y "poner un límite a los superávit comerciales, un mecanismo que obligue a reinvertir en los países que tengan déficit". Montero recuerda que "antes de la crisis ya era así. Alemania, que tenía superávit comercial (exportaba más que importaba), lo reinvertía a través de su sistema financiero", a través de los créditos que daba su banca a la del sur. "Ahora ese flujo podría canalizarse a través del BCE, si los estados pudieran financiarse en él", algo que prohíben los tratados pero que se lograría dando acceso a la barra libre del BCE al Fondo de Estabilidad.
Los planes de ayuda al automóvil y el PIB de EEUU prueban que los estímulos sí funcionan
Díez apunta que el gasto público o la falta de él es una forma de hacer política monetaria. Tan sencillo como que gastar, aunque sea a crédito, hace que entre dinero al circuito. Reducir el gasto, retira dinero del circuito. Por cada punto que se recorta el déficit, el PIB se cae 0,7 puntos, comenta. Como es impensable que países como España aumenten su déficit por el castigo fulminante que recibiría del mercado, "tiene que gastar Alemania y eso hará crecer las exportaciones españolas", apunta Díez. En cualquier caso, "hay que eliminar la restricción presupuestaria", coincide Montero. "En la medida en que las economías no se vean forzadas a reducir el déficit al ritmo que les han impuesto, al menos podrán mantener el nivel de actividad", añade.
Sí funcionaNo vale cualquier plan de estímulo, pero tampoco demonizarlos todos como pretendía este fin de semana el presidente de Bankia, Rodrigo Rato. En la primera uve de la crisis hubo cosas que funcionaron y errores de bulto. La Comisión Europea hizo estudios al respecto. A España, por ejemplo, a la que alabó en general por hacer el mayor esfuerzo, le crítico el estímulo fiscal de los 400 euros, porque se hizo de forma generalizada. Las inyecciones del Plan E funcionaron en el empleo pero su dispersión a nivel municipal llevó a excesos y a que el efecto se acabase tan pronto como finalizaron los proyectos. ¿Eso convierte en perversos todos los estímulos? En absoluto. No sólo porque aquellos podrían mejorarse, sino porque hubo grandes éxitos. Los planes de apoyo a la compra de automóviles hicieron que en cuestión de meses se pasase de expedientes de regulación de empleo en las fábricas a aumentar las horas de producción. Funcionó en Alemania y funcionó en España y, sin embargo, llegó la ola de austeridad y se aniquilaron. El automóvil se ha vuelto a hundir.
"EEUU creció en el cuarto trimestre de 2011 por la compra de viviendas y automóviles, productos que llevan financiación", explica Díez. Para llegar a ese punto, el presidente de EEUU, Barack Obama, ha tenido que empeñarse en las políticas de estímulo en contra no sólo de los republicanos sino de la corriente de austeridad liderada por Europa. "Obama volvió a sacar en julio su plan de infraestructuras y consiguió que el Congreso lo aprobase a cambio de no subir los impuestos".
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