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Brasil acusa a España de trato "colonialista"

El embajador español niega las vejaciones en los aeropuertos

BERNARDO GUTIÉRREZ

Es una patata caliente y escurridiza y con doble filo (económico/político). La inmigración (concretamente los malos tratos, vejaciones y repatriaciones irregulares a ciudadanos brasileños) se ha convertido en el epicentro de las relaciones españolas con Brasil. Que el mismo presidente Luiz Ignacio Lula da Silva llamase a José Luis Rodríguez Zapatero para felicitarle por su triunfo electoral no acapara los titulares.

La atención se centra en la llamada que Lula aún no ha hecho a Zapatero para pedirle más flexibilidad con la entrada de brasileños a España. También para trasladarle una protesta oficial por los maltratos y vejaciones sufridas por los repatriados brasileños en los aeropuertos de Barajas y El Prat.

España, a través de su embajador, Ricardo Peidró, ha argumentado que se limita a aplicar el tratado del espacio Schengen. Así lo declaró el pasado martes el diplomático en el Senado. Sin embargo, para la sociedad brasileña la coartada no es suficiente. El diario Gazeta Mercantil, por ejemplo, abría ayer su información con cuatro palabras contundentes: 'Embajador no pide disculpas'.

La diplomacia española se aferra a un supuesto escrupuloso 'cumplimiento de la ley', a pesar de que existen repatriaciones arbitrarias, como denunció ayer Público. Un ejemplo de esta práctica la sufrió el sociólogo Pedro Luiz Lima, al que no se permitió entrar en España cuando iba a dar una conferencia, y fue llamado 'perro' por los policías de Barajas.

Extranjeros discriminados

Brasil está perdiendo la paciencia. En 2003, comenzó a pedir a los ciudadanos de EEUU una huella digital al entrar en el país, tal y como se exige a los brasileños en el país norteamericano. Reciprocidad pura y dura. En el caso de España, ahora hay mucho más en juego que una relación económica. La 'alianza estratégica' de Lula y Zapatero podría tambalearse.

Celso Amorim, el influyente ministro de Exteriores de Brasil, nieto de españoles, afirmó categóricamente que 'no corresponde el trato recibido por los brasileños con el segundo inversor en nuestro país'. Arlindo Chinaglia, presidente del Congreso de los Diputados fue más allá: 'España no puede comportarse como en la época de la conquista, cuando destruía culturas'.

La opinión de Chinaglia está calando en Brasil mucho más que la 'diplomacia amistosa' de Celso Amorim y de Lula. 'Mientras haya irregularidades, que se dé un trato legal, siguiendo las normas internacionales, y no actitudes que recuerdan la España que invadía en las épocas del Descubrimiento', afirmaba Chinaglia a un grupo de periodistas. También es significativa la pintada que apareció hace unos días en el consulado de España de Sao Paulo: 'Lula haz algo. Más respeto con los brasileños'.

La mediación del embajador español no ha ayudado mucho. Ricardo Peidró se esforzó el martes frente a la Comisión de Relaciones de la Cámara en aclarar que hubo malentendido lingüístico en el caso de Lima: 'Cachorro en español no es peyorativo'. Sin embargo, el sociólogo aseguró a Público en un perfecto español que el policía pronunció un claro 'sois perros'. Nada de cachorros.

Indignación de los artistas

El fantasma de las pérdidas económicas que España podría tener tras este conflicto diplomático toma fuerza. Pero lo que más puede doler a José Luis Rodríguez Zapatero es la pérdida del prestigio ganado en los últimos años en Brasil.

Franklin Cassaro, uno de los artistas brasileños que participó en ARCO, está siendo especialmente activo en la presión contra los maltratos. Franklin aseguró a este periódico que no viajará más a España: 'Espero no equivocarme con mi decisión de no viajar a donde no soy bienvenido'. La obra que Franklin presentó en ARCO tuvo un carácter visionario. Los visitantes entraban media hora en una jaula de perro. En ese momento, Franklin, a través de una llamada por Internet, les comunicaba que así se trata a los inmigrantes que entran en España. Según él, sufrió un boicot: '¡La comunicación fue cortada en el ordenador que estaba en España!'.

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