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La CAM rectifica y se aviene a fusionarse con Cajastur

Acuerdo para moderar los poderes de la entidad asturiana en el nuevo grupo

VIRGINIA ZAFRA

La fusión para crear la tercera mayor caja de España ha estado en el aire dos semanas. Se había acordado a finales de mayo y había recibido todos los parabienes del supervisor, e incluso tenía concedidos 1.493 millones de euros de ayudas públicas, pero las reticencias de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) a punto estuvieron de hacerla naufragar. No estaba de acuerdo con el poder que iba a tener el consejero delegado del nuevo grupo, y a la sazón actual presidente de Cajastur, Manuel Menéndez.

Con las amenazas del Banco de España de por medio y tras llegar a un acuerdo con Cajastur para 'matizar' los poderes de Menéndez, la CAM se avino ayer a continuar con la fusión, de la que también forman parte Caja Cantabria y Caja Extremadura. El consejo de administración de la entidad alicantina, tras más de tres horas de reunión, aceptó los términos del pacto que durante el fin de semana cerraron con Cajastur el presidente, Modesto Crespo, y el director general, Roberto López Abad. La caja también aprobó los resultados del primer semestre, cuando ganó 103,5 millones de euros, un 18,6% menos tras dedicar 495 millones a provisiones antimorosidad.

Tras este acuerdo, el poder del nuevo grupo sigue en manos de Cajastur, pero se han redactado de nuevo los poderes de Menéndez, para que quede claro que sus decisiones pueden ser desautorizadas por el consejo y que puede ser cesado si los órganos de gobierno lo deciden. La CAM consideraba que Menéndez tendría el poder absoluto del nuevo grupo durante, al menos, los próximos 12 años y no estaba dispuesto a aceptarlo.

La nueva caja, que se creará a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP), contará con unos activos de 135.340 millones, 14.000 empleados y cerca de 2.400 oficinas. Del grupo forma también parte CCM, propiedad de Cajastur.

Por otra parte, la agencia de calificación Fitch rebajó ayer la nota de la deuda de Caja España y la dejó sólo un escalón por encima del bono basura, por su debilidad financiera y por su exposición al ladrillo. La fusión de Caja España y Caja Duero no ha pasado las pruebas de estrés a la banca europea.

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