Este artículo se publicó hace 15 años.
"La ciudad debe ser un museo de arquitecturas"
El arquitecto Toyo Ito defiende un diseño basado en la naturaleza y arremete contra los rascacielos
Ese drama de Andy Warhol de ser menos conocido que sus obras es un alivio para Toyo Ito (Seúl, 1941). Al igual que otros arquitectos contemporáneos de Asia, como Kayuzo Sejima y Shigeru Ban, los proyectos de Ito son más conocidos que su nombre. Su sede para Tods en Tokyo o su Mediateca de Sendai son más reproducidos que su rostro. "No me gustaría caer en la tentación del ego. Lo que de verdad me interesa es hacer una arquitectura bien encajada con la sociedad", advierte.
En consecuencia, Toyo Ito es un hombre silencioso. No se prodiga en los medios de comunicación y apenas mira a los ojos cuando habla, reclinado en el respaldo de un sofá en la sede madrileña de Casa Asia. Es lo primero que sorprende en un acérrimo defensor de la palabra (sus colaboradores lo definen como "muy dialogante" y para el proyecto de Sendai consultó a las asociaciones locales en busca de sugerencias). Pero en las distancias cortas, Ito se parece más a uno de los personajes silenciosos de su paisano Kim Ki-duk.
"El crecimiento vertical provoca zonas conflictivas e inhumanidad"
Con el 90% de sus proyectos repartidos fuera de Japón, donde estudió y montó su primer estudio (en el que empezó una joven Kazuyo Sejima, actualmente mitad del binomio Sanaa), Ito mantiene una relación de amor-odio con su país de adopción. "La ingeniería y la tecnología están mucho más avanzadas allí y eso nos permite construir edificios magníficos en muy poco tiempo. Pero eso no da la felicidad a un arquitecto. Es en Europa y en España donde el arquitecto está integrado en la sociedad", matiza con un ápice de envidia sana. Tanto es así que prefería que ganara Madrid antes que Tokyo en la disputa por las Olimpíadas de 2016. "Creo que Madrid es ya una ciudad suficientemente madura. Los Juegos Olímpicos suelen concederse a ciudades en vías de desarrollarse, como lo era Tokyo en 1964 y Pekín el pasado año, y quizá ese haya sido el motivo de su derrota", hipotiza.
Considerado un referente para los que defienden una arquitectura mimetizada con la naturaleza, Toyo Ito recibirá mañana la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes e impartirá una conferencia, Una vida como arquitecto, a las 19.30 horas.
Sus pilares en forma de árboles torcidos y las pieles perforadas de sus edificios forman parte de su lenguaje como arquitecto. Tal vez por ello, su visión de la ciudad dista mucho de la corriente que reivindica un modelo basado en el crecimiento vertical. "Yo soy un entusiasta de crecer horizontalmente. Lo que ha demostrado esa tendencia de construir rascacielos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, es que la frontera entre ellos y su espacio colindante son zonas conflictivas. El modelo vertical provoca inhumanidad", avisa.
"Madrid 2016 ha fracasado porque como ciudad ya es muy madura"
La clave de Ito es que siempre ha tenido muy claro para quién construye, y esto se traduce en un incansable interés por conocer la opinión de los vecinos, de su equipo y de quien encarga el proyecto. "La participación ciudadana es indispensable. Las obras tienen que crearse junto con los ciudadanos", subraya. El arquitecto no cree en quienes ven en los rascacielos la salvación para lograr megalópolis sostenibles, menos dependientes del coche gracias a una tupida red de transportes públicos. "La experiencia de Tokyo demuestra que las densidades entre un barrio de rascacielos y una urbanización no varían gran cosa", dice resignado ante los largos desplazamientos diarios.
Tokyo contra ParísCon quien sí coincide es con el pronóstico de Richard Rogers, Pritzker 2007, de que el futuro de las megalópolis pasa por descentralizarlas, por hacer varios centros y conectarlos. "La existencia de subcentros en Tokyo, cada uno con sus propias características diferenciadoras pero interconectados entre ellos, es ya una realidad interesante. El contraejemplo sería París, cuyo centro histórico y la parte nueva no se relacionan", valora.
Y lanza un consejo a los países-patrimonio, como España o Italia. "Es mejor no forzar la armonía entre los monumentos históricos y la arquitectura contemporánea, porque la ciudad tiene que ser un museo de obras arquitectónicas. Cada etapa tiene su trasfondo cultural y aunque los edificios de los Austria no estén en armonía con los actuales, la mezcla es interesante", opina.
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