Este artículo se publicó hace 16 años.
«Toda la ciudad estaba en la playa »
Noora Autio, de 28 años, elogia el carácter abierto de madrileños y barceloneses
Con angelical sonrisa, Noora Autio, finlandesa de 27 años y procedente de Jyväskylä, está profundamente enamorada de la ciudad de
Barcelona.
Y eso que la primera vez que estuvo en España fue para visitar Madrid. "Era primavera y hacía sol", ríe, "razón por la que muchos nórdicos visitamos España". Algunos de sus recuerdos de aquel primer contacto aparecen en las guías turísticas -El Retiro, el Reina Sofía- pero otros le llegaron más adentro. "Madrid me pareció una ciudad de edificios muy antiguos donde la gente pasaba muchas horas fuera de casa con su familia", rememora. "Y cada barrio tiene su carácter propio, hay un lugar para cada persona", añade. Sólo las enormes distancias y los atascos de tráfico empañan su recuerdo de la capital.
Años después decidió visitar Barcelona. "Mi primer recuerdo fue la playa: era San Juan y toda la ciudad estaba allí", dice. Y sus primeros paseos no tuvieron nada que ver con las anchas calles madrileñas. "Recorrí el Gòtic, el Raval y el Born, tan antiguos, un poco sucios y dejados. Me encantó". De su experiencia como visitante en Barcelona llegó a varias conclusiones. "Podías ir andando a todos lados, es mucho más pequeña que Madrid". Y segundo, que había muchísimos turistas y "eso hace más fácil conocer gente, porque los barceloneses están más acostumbrados a ver gente de todos lados".
Tras aquel primer contacto, Noora quedó prendada de Barcelona y del parque de la Ciutadella y volvió una y otra vez. Su resignada madre, en la recóndita Jyväskylä, tuvo que acostumbrarse a sus prolongadas ausencias. No es novedad: a su otra hija, Sanna, le ocurrió otro tanto con Madrid.
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