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La crisis revive el fantasma de la reconversión en Sagunto

El polo industrial sufre la peor crisis desde el cierre siderúrgico de los años 80

BELÉN TOLEDO

La de ahora es la peor situación que vive Sagunto desde la reconversión industrial de los años 80. Pero con una diferencia: 'Entonces, sabíamos dónde estaba el patrón: era el Estado, que cerró los altos hornos. Ahora tenemos un montón de multinacionales que amenazan con despidos. No sabemos dónde está el corazón de esas empresas, contra quién tenemos que pelear. Y lo peor es que los multimillonarios dueños de esas compañías probablemente no sepan ni dónde está Sagunto'.

Es el resumen de la situación que hace José María Baquero, del sindicato CCOO en Camp de Morvedre, la comarca que encabeza Sagunto.

Barquero, como el resto de trabajadores de la zona, teme que continúe la espiral de despidos de los últimos meses. En la actualidad, 7.500 personas están en paro, casi el 20% de la población activa. De ellos, 3.000 han perdido su empleo en el último año. En el último mes, fueron 626. Veinte desempleados al día. Si se mantiene este ritmo, cuando llegue el verano uno de cada cuatro trabajadores estará sin trabajo.

Las cifras evidencian el súbito desmoronamiento del polo industrial de Sagunto, basado en la industria de complementos del automóvil y de la construcción. La comarca basa su actividad en nueve grandes empresas, multinacionales en su mayoría, que dan trabajo a un sinfín de contratas. En los últimos meses, según CCOO, las grandes compañías han ido prescindiendo de los servicios de numerosas empresas que, a su vez, se han deshecho de trabajadores eventuales.

Ahora, son las propias multinacionales las que comienzan a presentar expedientes de regulación de empleo, como Bosal o Arcelor, o a anunciar despidos, en el caso de Spontex. Y han saltado todas las alarmas. El miedo al desempleo ha conseguido unir a todos los grupos políticos del ayuntamiento, gobernado con el PP, con las asociaciones de comerciantes y todos los sindicatos. Juntos organizaron el pasado martes una manifestación que unió a miles de personas en contra de los ERE no justificados.

La chispa que ha hecho saltar el descontento ha sido el último ERE anunciado: Pilkington, multinacional fabricante de complementos para el automóvil, anuncia 191 despidos, la mitad de su plantilla. Los sindicatos se quejan de que hasta el año pasado, la empresa ha tenido grandes beneficios. 'Quieren recortar empleos en base a una previsión de pérdidas. Nosotros nos oponemos. Y exigimos a la administración que no admita este tipo de ERE, sin justificación', explica Rubén López, presidente del comité de empresa de Pilkington. Los responsables de la empresa prefirieron no hacer declaraciones.

En las conversaciones de los obreros que acudieron a las protestas, hubo un recuerdo recurrente: el de la reconversión de los años 80. Muchos de los trabajadores vivieron el cierrre de la industria de los altos hornos y la posterior implantación de las actuales empresas- entre ellas, Pilkington-, gracias en parte a las indemnizaciones cedidas por los trabajadores que perdieron su empleo en la industria siderúrgica.

Uno de esos obreros fue Miguel Aladrén. Han pasado 25 años pero lo recuerda todo 'como si fuera ayer'. 'Recibimos muchos palos de la policía. Llegamos a cortar la Castellana', rememora. Tras la reconversión, pasó a trabajar en Pilkington, 'una empresa puntera en la que nunca ha habido despidos', dice con orgullo. Ahora, él mismo puede ser uno de los 191 que se queden sin empleo. 'Y con 57 años, ya me contarás dónde voy a buscar trabajo'.

Fueron 16 meses de duras protestas, bautizados como la Batalla de Sagunto, que hicieron posible que la zona recibiera ayudas públicas para la reconversión, según Amat Sánchez, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Valencia. 'Las actuales movilizaciones reflejan esa tradición sindical. Su éxito dependerá de su capacidad para mantenerse unidos', concluye.

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