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Cuatro horas en la aduana por tener cáncer

Una quimioterapia muy utilizada puede borrar las huellas dactilares

AINHOA IRIBERRI

El señor S. ha tenido un cáncer grave, un tumor en la zona en la que confluyen la nariz y la garganta con metástasis en la pleura derecha, en bastantes puntos de los huesos y con ganglios afectados en la cavidad abdominal y el mediastino. Sobrevivir durante más de tres años a esta dolencia, sin embargo, le ha causado a este singapurense de 62 años estar retenido más de cuatro horas en la aduana de un aeropuerto estadounidense.

Los agentes de entrada en el país tuvieron que descartar que el paciente fuera una seria amenaza para la seguridad del país porque el sistema que usan para detectar las huellas dactilares no logró reconocer las del señor S. El fármaco que le mantiene con vida, la capecitabina (una quimioterapia oral que se comercializa con el nombre de Xeloda), le ha borrado también su identidad, al menos para EEUU.

Esta rocambolesca historia la cuenta hoy en la revista Annals of Oncology el médico que atiende al señor S. en el National Cancer Centre de la capital de Singapur, Eng-Huat Tan, que advierte de que el caso del señor S.que ha preferido permanecer en el anonimato no es el único, ya que varios blogs de otros viajeros pacientes de cáncer han contado anécdotas parecidas. De hecho, los oficiales de la aduana que le retuvieron en el aeropuerto en diciembre de 2008 no dudaron en recomendar al enfermo que, en su próximo viaje, llevara consigo una carta de su oncólogo que defina su tratamiento y el posible efecto secundario de éste.

Aunque la capecitabina es un fármaco muy utilizado está recomendado como terapia de elección en cáncer de colon metastásico y como tratamiento adicional en otros tumores, el caso descrito no es, ni mucho menos habitual. Según explica el jefe de sección del Servicio de Oncología Médica del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, Alberto Abad, elo que podría provocar la pérdida de huellas dactilares es el llamado síndrome de mano-pie, un efecto secundario que causa un aplanamiento y enrojecimiento de la palma de la mano.

Abad considera que el caso del señor S. es anecdótico y se podría deber a que el paciente estuviera 'en pleno apogeo de la toxicidad' o, si no, al tratamiento prolongado con el fármaco, que normalmente no dura tres años. Además, explica, el síndrome de mano-pie afecta a la epidermis, la capa exterior de la piel y no a la dermis, donde se sitúan las huellas dactilares. En caso de producir una pérdida de las huellas dactilares, algo que ni Abad ni nadie de su servicio ha observado nunca, el efecto sería reversible, algo que también reconoce el autor de la carta de investigación.

Por todas estas razones, Abad descarta radicalmente el posible uso de la capecitabina por parte de delincuentes que quisieran eludir la estricta seguridad de EEUU. 'Para generar esta toxicidad de forma tan aguda y rápidamente, tendrían que tomar dosis tan altas que se morirían antes por otros efectos secundarios', concluye.

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