Este artículo se publicó hace 13 años.
Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundo, desbordado por el éxodo somalí
La crisis humanitaria provocada por la sequía en el Cuerno de África y el conflicto de Somalia está desbordando el campo kenianos de refugiados de Dadaab, el mayor del mundo, adonde llegan sin cesar somalís que huyen de la hambruna, mientras se hace eterna la espera de más ayuda internacional.
Dadaab (este de Kenia) acoge unos 400.000 refugiados que superan con creces los 90.000 proyectados cuando se crearon, en 1991, los campamentos de Hagadera, Ifo y Dagahaley, a apenas cien kilómetros de la frontera con Somalia y que en las últimas semanas han pasado a recibir un flujo constante de unos 1.300 refugiados nuevos al día.
Los refugiados somalíes que pasan días -y hasta semanas- caminando para alcanzar Dadaab llegan con la esperanza de encontrar cobijo y sustento, pero pueden tardar todavía varios días en recibir su primera ración de comida.
"Hay casos de niños que ya están en los campamentos que pasan de malnutrición moderada a aguda porque no reciben ayuda a tiempo", alertó la responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras en Dadaab, Serene Assir.
Los hay, incluso, que no saben con qué se toparán en el campamento, como Yaqub Abdi, que caminó durante ocho días para alcanzar Dadaab, adonde cree que se dirigieron su esposa y sus ocho hijos, aunque no tiene noticias de ellos.
"En Somalia no ha llovido en los últimos años y me tuve que ir porque no tenía con qué alimentarme", dijo Abdi, víctima de la peor sequía de los últimos 60 años -según la ONU- en el Cuerno de África, que afecta a unos 11 millones de personas en ese rincón del planeta.
Con semejante panorama, el responsable de ACNUR en Kenia, el español Javier López-Cifuentes, asegura que las contribuciones no económicas también son bienvenidas, como la donación de tiendas de lona.
"Ahora mismo necesitamos 24.000 tiendas, que cuestan 406 dólares cada una, y nos han prometido ya 12.000", aseguró López-Cifuentes.
Por su parte, la secretaria de Estado española de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez, indicó hoy que no basta con publicitar cuantiosas ayudas, sino que se debe hacer un seguimiento para asegurar que el cumplimiento de las promesas.
Durante una visita de cinco horas hoy a los campos de Hagadera e Ifo, Rodríguez hizo también un llamamiento a la comunidad internacional para salvar al Cuerno de África y abogó por actuar "frente a la especulación en los mercados agrarios".
"No es de recibo -aseveró- que hoy la comunidad internacional tenga que comprar alimentos a un precio desorbitado por razones especulativas que multiplican su precio en el mercado. La subida del precio supone la pérdida de vidas humanas".
Kenia, que tiene en Dadaab la tercera mayor concentración poblacional del país, tras la capital, Nairobi, y la ciudad portuaria de Mombasa, ha mantenido un largo pulso con el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) sobre la apertura de la ampliación del campo de Ifo, el llamado Ifo 2.
Aunque la semana pasada el primer ministro keniano, Raila Odinga, anunció su apertura en los próximos diez días, el campo, con capacidad para 80.000 personas, aún permanece cerrado.
Según ACNUR, se está proyectando otro campo más con capacidad para 100.000 refugiados, que se llenaría nada más abrir las puertas, pero la agencia de la ONU no cuenta todavía con el beneplácito del Ejecutivo keniano.
No obstante, López-Cifuentes reconoció la labor de Kenia, el país más estable de la zona, que ha permitido el alojamiento de 450.000 refugiados de cualquier procedencia en su territorio.
Fuentes de ACNUR aseguran que hay constancia de que algún refugiado alojado en los alrededores de los campos ha sufrido ataques de hienas, que, junto a los marabúes que sobrevuelan los campamentos, completan este singular pero temible dúo carroñero que se da cita en Dadaab.
En ACNUR también confiesan haber oído testimonios sobre el avistamiento de algún león en la zona, pero eso, en la actual situación de emergencia humanitaria -subrayan-, es la menor de las preocupaciones.
Javier Triana
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