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¿Se debe aplicar la castración química a los violadores?

La agresión de Alejandro Martínez Singul, el segundo violador del Eixample, a una niña de 12 años reaviva la polémica sobre el uso de fármacos para inhibir el deseo sexual, una terapia que Catalunya ofrece desd

MAGDA BANDERA

A FAVOR

'Lo peor de todo es no hacer nada', sentencia Marian Caro, miembro de Acciónenred, al oír los argumentos contrarios a la castración química de los agresores sexuales. 'Sabemos que hay un pequeño porcentaje de agresores que no pueden reeducarse, pero que algún día, cuando cumplan su condena, estarán en la calle, sin más. La medicación puede ser útil en algunos de esos casos, siempre que no sea la única medida que se les aplique. Es un recurso al que no debemos renunciar ', añade. Para evitar la reincidencia, esta especialista en violencia contra las mujeres es partidaria de obligar a los violadores a someterse a terapias para modificar la conducta y, llegado el caso, a medicarse.

'Es una medida de apoyo que debe acompañarse de otras'

Su posición no es frecuente entre las feministas. Así lo reconoce Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Víctimas Sexuales (AVAS), quien también apuesta por aplicar tratamientos farmacológicos a algunos delincuentes sexuales, sobre todo a los pederastas: 'La castración química es una medida de apoyo que debe acompañarse de otras. Pero resulta muy útil con los violadores de menores, porque estos suelen buscar esencialmente placer sexual'. Distinto es el caso de los agresores de mujeres adultas, matiza: 'Cuando se trata de violencia de género, no buscan tanto el placer sexual, sino el de humillar a la mujer'.

Para Alarcón, tampoco existe una 'solución clara' para los violadores que, como Alejandro Martínez Singul, reinciden de manera sistemática. 'En un Estado de derecho no podemos exigir que un individuo se pudra en la cárcel, hay que descartar la cadena perpetua. Por ello, debemos pensar qué hacemos para que no sean un peligro cuando salgan', insiste esta experta en tratar a las víctimas de violaciones. 'Hay que proporcionarles terapias intensas mientras están en prisión, y las hormonales pueden ser beneficiosas'.

La apuesta de Alarcón es rechazada 'frontalmente' por muchas de sus compañeras de asociación. Marian Caro cree que esta oposición generalizada 'tiene mucho que ver con algunos mitos en torno a las agresiones sexuales, como la falsa creencia de que la mayoría de los violadores reincide, y con la valoración que tiene la sexualidad en nuestras vidas'.

'No hay un único tipo de agresor, ni un tratamiento universal'

'No hay un único tipo de violador algunos sólo agreden una vez ni tampoco un tratamiento universal', remarca Caro. Por eso, cree que no tiene sentido rechazar la medicación de manera global, sin valorar a quién se aplica.

 

EN CONTRA

Las inyecciones de hormonas que reducen la producción de testosterona y, por tanto, inhiben el deseo sexual son rechazadas por la gran mayoría del colectivo feminista por distintas razones. La abogada María José Varela se opone a este tratamiento 'desde el punto de vista del Derecho': 'En una sociedad del siglo XXI no podemos admitir medidas que supongan una intervención directa en el cuerpo de la persona como consecuencia de haber cometido un delito, como se hacía antes, que se cortaba la mano de los ladrones'. En este sentido, se declara contraria a 'deshumanizar' a los violadores.

'Lo primero es que entiendan qué significa una agresión sexual'

Además, esta feminista cuestiona su efectividad. Por un lado, '¿quién controla que el individuo se toma siempre la medicación una vez está fuera de prisión?', pregunta. Por otro, no se trata de inhibir su deseo sexual, sino de aprovechar el período de internamiento para enseñarle a desarrollar estrategias que le permitan controlar el deseo. 'Hace muy poco que se están desarrollando terapias especializadas para agresores sexuales', afirma Varela. Y pide tiempo para evaluar cómo funcionan.

También Empar Pineda, portavoz de la corriente Otras Voces Feministas, apuesta por las terapias y el trabajo de reeducación para evitar que los violadores reincidan. 'Lo primero es cambiar la educación social y lograr que se entienda qué significa y qué implica una agresión sexual.

'Existen terapias especializadas para agresores sexuales'

El problema es que muchos no consideran que sea un delito, sino que ven normal que la voluntad del varón se imponga sobre la de la mujer', argumenta Pineda, quien se opone a que los problemas de socialización se traten con medicación. Aun así, abre una puerta para aplicar las terapias hormonales en casos 'muy excepcionales y siempre que se hayan agotado todas las otras vías'.

Para los delincuentes sexuales que salen de prisión pero no han sido rehabilitados, Varela sugiere medidas tan controvertidas como la castración química. 'Se deberían buscar formas de controlarles para minimizar el peligro. En Inglaterra existe una figura que vigila a los presos después de que hayan cumplido su condena. Otra posibilidad es hacer públicos sus datos. Si la gente sabe que un agresor vive cerca de sus casas, puede protegerse. Debería poderse limitar su libertad deambulatoria para evitar un mal mayor', propone. Para Varela, la protección de las potenciales víctimas debería estar por encima del derecho a la privacidad de los agresores reincidentes.  

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