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El deterioro de Haidar alarma a sus allegados

La activista cumple hoy 32 días sin comer, el mismo periodo que prolongó su ayuno de protesta en 2005 en una cárcel marroquí. Sufre náuseas y mareos y tiene dificultades para beber agua

S. HIDALGO / T. DEIRÓS

Visiblemente mareada, con dificultades para traspasar el umbral del habitáculo donde pasa día y noche, con problemas para tragar agua. Así pasó ayer el día Aminatou Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, donde hoy cumple 32 días en huelga de hambre, en protesta porque Marruecos no la deja regresar a su casa en El Aaiún (Sáhara Occidental).

Haidar salió ayer dos veces de la pequeña sala que ocupa en el aparcamiento de autocares. A primera hora de la mañana fue al baño. A las 15.30 horas salió de nuevo, protegida por un paraguas del aguacero que caía en Lanzarote.

'Aquella huelga fue peor que esta', dice una amiga desde El Aaiún

'¿Cómo estás?', le preguntaron los periodistas. Y ella giró la mano derecha de lado a lado, como queriendo decir: 'Así, así'. El día anterior, en la misma situación, había contestado: 'Estoy muy débil, muy débil'.

Hoy, la activista saharaui llega a los 32 días a base de agua y azúcar. En su anterior huelga de hambre, en 2005, Haidar estuvo justamente esos mismos días sin comer. De aquel ayuno que hizo en la cárcel porque quería que la juzgaran como presa política y no como una delincuente cualquiera, y de las torturas sufridas en las prisiones marroquíes, le quedaron una úlcera sangrante y problemas en la espalda.

A partir de ahora, no se sabe cuánto puede aguantar el cuerpo de Haidar. Ella misma, en una entrevista concedida el pasado domingo a este diario, admitía: 'Yo no sé si voy a resistir o no. El momento puede llegar, ni los médicos ni yo podemos controlar mi estado. Estoy en una situación muy crítica. Hoy tengo fuerzas, pero nada me garantiza que no se me vaya a parar el corazón'.

'Lo que nos interesa es que vuelva', asegura su hermano

Uno de los portavoces de la Plataforma de Apoyo, Fernando Pieraita, explicó que Haidar 'está muy débil, con dificultades para tragar, con náuseas'. 'Ya se va notando que tiene problemas para estar aguantando, pero es la fuerza mental y la convicción en la justicia de lo que está defendiendo lo que la mantiene', aseveró.

Por decisión propia, la activista saharaui ha decidido que no quiere ninguna asistencia sanitaria, incluida la de su médico y director del hospital de Lanzarote, Domingo Guzmán, que ya la visita sólo 'a título personal'. Guzmán explicó a Público que la última vez que la asistió como médico fue el pasado 5 de diciembre y se negó a revelar cuál es el estado de salud de la saharaui: 'No voy a dar datos de su historial médico, porque ella es igual que cualquiera de mis pacientes'.

El médico tampoco quiso entrar en el debate de si Haidar ha perdido mucho o poco peso desde que comenzó la huelga. El martes pasado, la saharaui se pesó en una báscula electrónica de la farmacia del aeropuerto y el resultado fue de 57,8 kilos, para una altura de 1,65 metros. 'Ese no es el debate, cuánto baja de peso y cuánto no. Estamos desviando la cuestión fundamental del asunto, y es que a esta mujer Marruecos no la deja volver a su casa con sus dos hijos. Todo lo demás es especular, informar de cosas que no son relevantes', afirmó el doctor.

Mientras, los simpatizantes de la saharaui siguen a la espera en el aeropuerto de Lanzarote de que se solucione de una vez el conflicto. 'Esto se termina entre hoy y mañana', se escucha desde hace al menos 15 días.

Cada jornada se busca una excusa nueva para el optimismo. Ayer fueron las palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre que el caso se solucionará 'pronto'. La llegada del periodo navideño también hace pensar a muchos que Haidar estará pronto en El Aaiún.

'El Gobierno no se va a meter en Navidades con esto sin solucionar' o 'La sacarán de noche, cuando nadie se entere' son algunas de las frases que más se escuchan estos días entre los corrillos de apoyo a la activista.

El aeropuerto de Lanzarote cierra por la noche, así que cualquier desalojo nocturno pasaría por abrir la pista expresamente para la salida de Haidar o por usar la parte militar.

Mientras, desde el Sáhara Occidental, Ghalia Djimi (una amiga de Haidar), teme por el débil estado de salud de la activista saharaui. Djimi, que preside la Asociación Saharaui de Víctimas de Graves Violaciones de los Derechos Humanos cometidas por el Estado marroquí (ASVDH), relata que 'Aminatou siempre estaba mala' por las secuelas del trato que le dispensaron las autoridades marroquíes durante los cuatro años que estuvo encarcelada sin juicios ni cargos entre 1987 Y 1991.

Y enumera una lista de enfermedades, que van desde la epilepsia a la artritis, o a un problema en la columna vertebral que 'ha necesitado varias operaciones'. Los últimos meses de su detención arbitraria rememora Djimi, 'los pasó paralizada de cintura para abajo'.

Su salud ya quebrantada por las malas condiciones de su primer encarcelamiento empeoró mucho más cuando, en agosto de 2005, la activista saharaui inició su primera huelga de hambre tras ser encarcelada de nuevo.

'Aquella huelga fue peor que esta', asegura Djimi. 'Cuando la visité en la prisión estaba muy débil, palidísima, y tenía los ojos muy hundidos'. A esa protesta le debe Aminatou, subraya su amiga, uno de los problemas de salud que más preocupan ahora: las úlceras gastrointestinales sangrantes. Ghalia Djimi atribuye el rápido deterioro de su amiga en aquella ocasión a las terribles condiciones de la Cárcel Negra, en el AAiún.

'La desnutrición que ya tenía Aminatou antes de ponerse en huelga de hambre, el hacinamiento, y el hecho de que no tuviese a su lado, como ahora, a mucha gente que la rodea y la apoya, hicieron que su declive fuese mayor', dice la presidenta de la ASVDH.

La familia de Aminatou no es optimista. 'Su madre', cuenta Djimi, 'está muy angustiada. Yo la visito casi cada día y está muy preocupada. También su hijo pequeño, Mohamed (de 13 años), está convencido de que se va a morir. En cuanto alguien le habla de ella, rompe a llorar'.

'Quienes queremos a Aminatou sentimos una gran decepción con la comunidad internacional, con los países grandes, los que se supone que deberían salvaguardar los derechos humanos', se lamenta la amiga de Haidar.

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