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"Algún día, Pekín deberá pedir perdón por el 4 de junio"

Han Dongfang, Líder sindical. Pasó dos años en la cárcel por defender a los trabajadores en las protestas de Tiananmen

ANDREA RODÉS

Han Dongfang (Pekín, 1968) aún recuerda el día que mirando por la ventanilla del autobús vio a la multitud de estudiantes en la plaza de Tiananmen. Era el 16 de abril de 1989, el líder reformista Hu Yaobang acababa de morir de un ataque al corazón y miles de estudiantes le convirtieron en el símbolo de sus protestas. Intrigado, Han por aquel entonces un electricista de 26 años que había fundado uno de los primeros sindicatos independientes de China se bajó del autobús para escucharles.

Sus peticiones de acabar con la corrupción y de más libertades políticas le cautivaron, así que se unió a ellos y acabó convirtiéndose en el líder de los trabajadores en las protestas de Tiananmen.

El precio que tuvo que pagar fue caro: después del 4 de junio, fue encarcelado durante dos años y enfermó de tuberculosis, hasta que logró un visado para huir a Estados Unidos.

Desde 1993, vive exiliado en Hong Kong, donde ha fundado China Labour Bulletin, una ONG que defiende los derechos laborales en China, y dirige un programa de radio de acción sindical con miles de oyentes en el país.

¿Por qué decidió unirse a los estudiantes en Tiananmen?

Al principio fue sólo la curiosidad, no mis inquietudes democráticas, lo que me llevó a unirme a ellos. Pero sus discursos me hicieron abrir los ojos. Transmití sus peticiones a los trabajadores del sindicato y algunos decidieron unirse. No había ningún tipo de organización, todo era espontáneo. Recuerdo el ambiente festivo y entusiasta en la plaza, la sensación de sentirnos libres para decir lo que quisiéramos y discutir ideas nuevas sobre democracia y libertad.

¿Trabajadores y estudiantes se manifestaban por los mismos motivos?

Sí, no haría distinciones. Pero es cierto que los estudiantes llevaban la iniciativa, ellos se movilizaron para poner fin a la corrupción y exigir más libertades políticas. Luego nos unimos los demás. Discutíamos las ideas conjuntamente, pero los trabajadores básicamente les apoyábamos.

¿Y eso asustó al Gobierno?

Todo fue muy rápido. En sólo dos semanas, el Diario del Pueblo [el periódico oficial del Partido Comunista chino] publicó una editorial acusando a un 'puñado de conspiradores' de 'querer acabar con el sistema socialista'. Para ellos, reconocer que los trabajadores queríamos acabar con el sistema socialista era humillante, pero estaban exagerando. ¿Cómo podíamos preparar nada en tan poco tiempo? Al día siguiente decretaron la ley marcial. Nadie se esperaba lo que iba a ocurrir.

Usted estuvo tres años en el Ejército. Podría haber sido uno de los soldados que abrieron fuego contra los manifestantes .

Me alisté en el Ejército porque desde pequeño soñaba con ser como mi ídolo, Lei Feng [un soldado-modelo de origen campesino convertido en icono maoísta]. Por eso, cuando me avisaron esa noche de que los soldados estaban disparando contra la gente, no paraba de decir que no podía ser cierto, que había estado en el Ejército y que los chicos se hubieran suicidado antes de disparar contra su propio pueblo. Pero no creérmelo no fue suficiente. Al oír el zumbido de las balas, entré en estado de shock.

La corrupción sigue siendo un grave problema en China y el Partido Comunista chino teme que el aumento del paro por culpa de la crisis agrave el malestar social. ¿Hay riesgo de un nuevo Tiananmen?

Junio de 1989 fue un evento histórico, pero no ocurrió de golpe. En 1982 y 1984, por ejemplo, ya hubo intentos de activismo sindical, huelgas [por el cierre de empresas estatales], intentos de organizar partidos políticos que acabaron con numerosas personas en la cárcel. 20 años después, China ha cambiado drásticamente y decir que está peor es no aceptar la realidad. La población tiene ahora muchas más oportunidades para presionar al Gobierno y pelear por mejoras sociales y políticas. Se toleran cada vez más las huelgas, aunque no sean legales, y cada vez hay más abogados de derechos humanos, defensores de los trabajadores y activistas a favor del medio ambiente. Podríamos decir que hace 20 años la sociedad civil china era como un niño de 8 años y que ahora es ya un adolescente.

¿Cree entonces que el sacrificio de Tiananmen valió la pena?

Creo que debemos estar orgullosos de nosotros mismos y, aún más, de los que sacrificaron su vida por estos últimos 20 años de lucha por nuevas parcelas de libertad. Hemos de estarles agradecidos, sentir orgullo por ellos, no sólo pena y dolor. Lo mismo digo de todos estos periodistas o activistas chinos que han sido encarcelados, amenazados o han perdido su trabajo por decir la verdad o presionar a las autoridades. Decir que China no ha mejorado es ofensivo, significa no reconocer el sacrificio de todos ellos.

Pero no puede regresar a China porque aún pesan sobre usted cargos de crímenes políticos.

Tengo plena confianza en que algún día el Gobierno chino tendrá que afrontar lo ocurrido el 4 de junio y pedirá perdón a la población. Pero, ¿cuándo? No lo sé. A mí, este detalle no me preocupa tanto, pero entiendo que para las madres de Tiananmen, que perdieron a sus hijos la noche del 3 de junio, es importante que ocurra lo antes posible. Es injusto que tengan que aguantar el sufrimiento humano y la humillación de que sus hijos sean recordados como criminales.

Los hongkoneses no defraudaron a los organizadores de la vigilia anual por Tiananmen y acudieron por decenas de miles a conmemorar el 20 aniversario. 'La gente no ha perdido emoción. Los recuerdos están frescos. Los estudiantes no serán olvidados, la pasión por revocar la injusticia de Tiananmen es muy fuerte', dijo un miembro del Partido Democrático de Hong Kong. En China, para evitar protestas, los disidentes más activos han sido puestos bajo arresto domiciliario y se han bloqueado temporalmente proveedores de Internet.

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