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El Ejército israelí deja un rastro de muerte y destrucción en el norte de Gaza

EFE

Alberto Masegosa

El Ejército de Israel dejó un rastro de muerte y destrucción al retirarse de madrugada del norte de Gaza, tras cuarenta y ocho horas de la incursión más sangrienta desde que Hamás tomó el poder en la franja en junio.

Edificios derruidos, boquetes en las paredes, coches, puertas y ventanas rotas, escombros, y un rosario de cortejos fúnebres, componían hoy el desolador panorama en el campo de refugiados de Yebalia, donde el asfalto de las calles mostraban las huellas, aún calientes, de los tanques israelíes.

Principales testigos de la incursión militar del vecino país, que desde su inicio el miércoles ha causado en todo Gaza la muerte de más de cien palestinos y heridas a trescientos, los habitantes de Yebalia podían por fin contar esta mañana cómo han vivido la tragedia.

"Aquí ya se habían producido ataques en los días previos pero lo peor para nosotros comenzó a primera hora del sábado, con un fuerte tiroteo entre unidades especiales israelíes y milicianos palestinos al este de la población", relató a Efe un vecino, Maisana Mohamed.

"Al poco, llegaron los tanques y vehículos blindados, una columna por el este y una por el norte, en una maniobra de pinza", explicó.

"Venían apoyados desde el aire por aviones y helicópteros que bombardeaban sin cesar -agrega-, casi todos nos metimos en casa pero nadie estaba a salvo. Tras apostar los tanques y vehículos blindados, las tropas israelíes entraron en las casas en busca de jóvenes".

El testigo afirma que "detuvieron a muchos, los desnudaron en una explanada y después se llevaron a algunos y dejaron libres a otros".

"También entraron en los templos", denuncia Maisana Mohamed mientras señala con el dedo la mezquita Salahadin, frente a su casa y donde los soldados hallaron un arsenal de cohetes Kassam que los milicianos palestinos emplean para atacar el sur de Israel.

Curiosos y niños se agolpaban hoy en el templo, en búsqueda de vestigios que delatara la presencia de los ocupantes.

En la misma calle, un poco más arriba, decenas de hombres sentados en sillas de plástico esperaban en silencio el inicio de un funeral frente a una vivienda con los muros asaeteados por las balas y un agujero enorme en el tejado.

Se trata de la casa donde vivían junto a sus abuelos los hermanos Jacqueline, de 17, e Iyad, de 14 años.

Un pariente, Hasan El Uali, relata que los dos adolescentes "fueron asesinados cuando subieron al tejado. Primero lo hizo Iyad por curiosidad, y un soldado le disparó. Después subió Jacqueline para ver lo qué pasaba, y un tanque abrió fuego contra ella".

"Disparaban a todo lo que se movía", aseguró el familiar, que agregó que "creemos que murieron en el acto pero no pudimos recuperar sus cadáveres hasta varias horas después porque los tiroteos y los proyectiles nos impedían llegar hasta ellos".

Hasan El Uali, uno de los responsables locales del movimiento Al Fatah del presidente palestino, Mahmud Abás, se mostró convencido de que el Ejército israelí regresará a Yebalia, en origen un poblado agrícola pero donde, en la actualidad, se hacinan unas 150.000 personas tras la llegada masiva de desplazados de otras localidades palestinas desde la creación del Estado de Israel en 1948.

"Se han ido porque mañana llega Condoleezza Rice (secretaria de Estado de EEUU) a Israel pero volverán cuando se vaya", predice.

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