Este artículo se publicó hace 14 años.
Un estudio destaca el papel del alcohol en la propagación del sida
Un estudio publicado por The Lancet como parte de una serie sobre el sida entre la población drogadicta destaca el importante aunque en gran parte desconocido papel que desempeña el alcohol en la propagación de la epidemia.
Aunque se han conseguido importantes avances en la lucha contra el sida entre la población en general, los grupos socialmente marginados como los drogadictos siguen estigmatizados y sin suficiente acceso a tratamientos que podrían salvar sus vidas e impedir que se conviertan a su vez en transmisores, dice The Lancet.
Actualmente hay 16 millones de drogadictos que se inyectan en el mundo, de los que tres millones son seropositivos, a los que hay que añadir un número incontable de personas que consumen drogas por otras vías y que también padecen el sida.
Por lo que se refiere al alcohol, que The Lancet califica de "droga olvidada", los autores del International Center for Research on Women, de Washington, señalan que los estudios realizados en África muestran la estrecha asociación del alcohol con la infección por VIH, así como con comportamientos que la propician como el sexo no protegido, la promiscuidad sexual y la prostitución.
Según esos expertos, las mujeres que venden y sirven alcohol en los bares, hoteles y otros establecimientos "corren un riesgo elevado de beber ellas mismas alcohol, mantener relaciones sexuales no protegidas con sus clientes e infectarse".
Otro estudio de la Columbia University School of Social Work, de Nueva York, se refiere a las mujeres que se drogan ellas mismas y que en muchos casos no tienen el poder que haría falta para exigir del hombre sexo seguro.
Las drogadictas muchas veces dependen de sus parejas para conseguir las drogas que comparten y, dado que son muchas veces los hombres quienes las inyectan, es decir que son "las segundas en recibir la aguja", corren el doble riesgo de infectarse del virus del sida o por otros patógenos.
Un tercer trabajo presentado por The Lancet, de la Universidad de California, San Diego, califica de insuficiente la actual provisión de programas de substitución de opioides, de agujas y jeringas y de las terapias antirretrovirales, a lo que se suman leyes que prohíben los primeros, todo lo cual contribuye a incrementar la epidemia entre los drogadictos.
Según otro estudio del National Drug and Alcohol Research Centre, de Sydney (Australia), en todo el mundo, menos de uno de cada diez drogadictos que se inyectan se benefician de programas eficaces de prevención del HIV.
De cada cien drogadictos de ese tipo sólo ocho reciben terapia de sustitución, sólo cuatro, terapia anttirretroviral, y tan sólo un 5 por ciento de quienes se inyectan utilizan jeringas higiénicas proporcionadas por las autoridades sanitarias.
Los autores de ese trabajo afirman que un índice alto de cobertura por esos tres tipos de terapias combinadas es fundamental para reducir las infecciones por el virus del sida en más de un 50 por ciento entre los drogadictos que se pinchan.
Los investigadores del Open Society Institute, de Nueva York, explican en un informe que en países como China, Vietnam, Rusia, Ucrania y Malasia, donde hay un elevado número de drogadictos que se inyectan, el acceso a tratamiento antirretroviral es bajísimo cuando sería especialmente necesario.
Esos expertos señalan el peligro de estigmatizar a los drogadictos como ocurre incluso en los centros médicos de algunos países hasta el punto de ponérseles trabas o incluso negárseles el tratamiento.
Otro equipo de la Yale University, New Haven, Connecticut (EEUU), ha estudiado el impacto del sida entre los drogadictos que se inyectan en el índice de morbilidad y mortandad de ese grupo frente a quienes no consumen drogas y ha detectado una mayor incidencia de hepatitis vírica, tuberculosis, infecciones de origen bacteriano y enfermedades mentales.
Según los autores, cuando el tratamiento antirretroviral esté universalmente disponible para los drogadictos infectados, podrá prestarse mayor atención a las otras enfermedades que padecen y cuyo diagnóstico se volverá también más fácil.
Un estudio del Departamento de Salud Pública de San Francisco (EEUU) constata el incremento del riesgo de HIV asociado al uso de anfetaminas y recomienda que se permita el rápido acceso de las personas que las consumen al test del sida y otras intervenciones destinadas a prevenir la enfermedad.
Expertos de Milles-Isles (Québec, Canadá) denuncian la prevalencia de los abusos de derechos humanos entre los drogadictos, lo que aumenta el riesgo de infección por el sida, mientras que un equipo la John Hoppkins Bloomberg School of Public Health (Baltimore, EEUU), hace un llamamiento a favor de "descriminalizar" a los drogadictos.
"Sólo aproximadamente un 10 por ciento de los drogadictos en todo el mundo se benefician de las terapias actuales y demasiados están en la cárcel por delitos menores o sin juicio alguno", denuncian.
Según "The Lancet", no hay soluciones que valgan para todos, sino que cada país tiene que buscar una respuesta adecuada a su propia epidemia, pero combinando distintas intervenciones y terapias podría llegar a contenerse la epidemia en los próximos cinco años porque "sus efectos son sinérgicos".
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