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Federer se cita con la historia

GONZALO CABEZA

Lleva 18 finales de Grand Slam, pero la de hoy (15 h, La 2) no será una más. Es el gran día de Federer, el momento en el que el suizo puede revolver definitivamente los libros de historia del deporte para reafirmar su primacía con una raqueta en la mano. Un solo partido para quitar de un plumazo los argumentos a los que aún sostienen que hubo otros superiores.

Si Federer se impone a Soderling, el sueco, que ha sido la revelación del torneo, dejará a los amantes de los números sin la opción de argüir que hubo uno mejor porque ganó más. Sampras, que lleva 14 grandes, sería igualado con una victoria de Federer.

También tendrían que callar los que recuerdan que el mejor tenista debe haber ganado sobre cualquier superficie, pues a Roger sólo le queda la tierra de París. El reto es mastodóntico, sólo cinco jugadores en la historia culminaron su carrera con todos los torneos del Grand Slam en sus vitrinas: Rod Laver, Don Budge, Fred Perry, Roy Emerson y Andre Agassi, que también cerró su ciclo triunfal en París con su victoria de 1999.

Pocos se atreven a esgrimir que hubo otros mejores que Roger en técnica o estética. La carrera de Federer, más que una lucha por la gloria o la victoria, ha sido una carrera hacia la excelencia y el purismo.

Con todo, el elemento que más marca esta final, el que le da una nueva perspectiva al torneo, es una ausencia. Soderling sacó de la pista a Nadal el pasado domingo, no le dejó espacio para respirar y terminó enseñándole la puerta de salida.

Tras cuatro años consecutivos de victorias, Federer empezaba a obsesionarse con el español, que parecía haberle cerrado para siempre el camino a la eternidad en París. Soderling rompió una ventana para enseñar una nueva perspectiva. El sueco está jugando el mejor tenis de su carrera, las bolas que antes no entraban, hoy caen dentro de la pista, la potencia que ya existía se ha acrecentado hasta ser especialmente peligrosa.

El suizo, sin embargo, no puede presumir de lo mismo. Hoy será su gran oportunidad para vencer en París, pero no lo es como consecuencia de su juego durante estas dos semanas, sino por las circunstancias adicionales que le han puesto en la final contra el número 25 del mundo. De hecho, su juego estos días ha sido más errático que de costumbre. Para llegar al último paso ha tenido que vencer dos partidos de cinco sets, contra Haas y Del Potro. En ambos casos, el triunfo vino como consecuencia de la épica, no del juego, por la inercia de la leyenda y el miedo de dos rivales menores ante el mito de Federer.

El de hoy es el noveno enfrentamiento entre ambos jugadores. Federer se ha impuesto en todos, el último de ellos hace sólo un par de semanas, en Madrid y en sólo dos sets.

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