Este artículo se publicó hace 15 años.
Franco gastó 226 millones en honrar a sus caídos
El régimen organizó la exhumación sólo de los muertos de su bando en la década de 1950. El Gobierno dispuso de fondos públicos ilimitados para trasladar cuerpos a Cuelgamuros
Franco ni perdonó ni olvidó. Los mapas de fosas elaborados por los gobernadores civiles en la década de 1950, a los que ha tenido acceso Público, reflejan la exhaustividad de un régimen que buscó a cada caído franquista para su traslado al Monumento de los Caídos, sin reparar en las víctimas republicanas. Del Ministerio de Gobernación salieron decenas de circulares que pedían información sobre los que Franco llamaba en 1940 "nuestros muertos". Los gobernadores detallaron la situación de cada fosa en cada pueblo y ocultaron a todos los rojos fusilados. El motivo es sencillo: no eran "héroes y mártires de la Cruzada de Liberación nacional", como exigía el proyecto de Franco.
El Consejo de las Obras del Monumento a los Caídos lo dejó claro en mayo de 1958: "Uno de los principales fines que determinaron la construcción (...) fue el de dar sepultura a quienes fueron crucificados por Dios y por España y a cuantos cayeron en nuestra Cruzada, sin distinción del campo en que combatieron, según exige el espíritu cristiano que inspiró aquella magna obra, con tal que fueran de nacionalidad española y religión católica".
El complejo costó el equivalente a 30 estadios Santiago Bernabéu
La documentación del mausoleo de Franco, guardada en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, revela que el franquismo organizó y pagó su propia memoria histórica sin reparar en gastos. El dato dado por válido por los historiadores de la suma de dinero gastado fue publicado por Daniel Sueiro en 1976. En total, gastaron 1.086 millones de pesetas. La actualización de ese montante a la economía actual revela que es una cantidad equiparable a 226 millones de euros, una cifra similar al presupuesto de la obra de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Comparado con una estructura de la época, con el dinero público gastado en el Valle de los Caídos y el proyecto para darle uso se podrían haber construido 30 estadios como el Santiago Bernabéu, inaugurado en 1947 tras una inversión de 35 millones de pesetas.
Pese a que la suma total no refleja un dispendio escandaloso, en un Estado que en 1959 todavía trataba de dejar atrás la autarquía, la documentación de Gobernación señala que hubo barra libre de fondos públicos. Una de las carpetas del archivo acumula las facturas de los días previos a la inauguración del Valle: "45 bolsas de merienda para el desplazamiento de familiares de caídos a Cuelgamuros. Total, 2.700 pesetas en el restaurante El Zaguán". El hostelero de Salamanca tuvo el detalle de ahorrarle al Estado un 1,30% de descuento: 35 pesetas, según señala la factura.
El precio de los ataúdes individuales era de 141 pesetas
Los principales gastos, aparte de las obras, llegaron de los trabajos de exhumación. El gobernador civil de Madrid escribe al ministerio una carta que desmenuza los gastos de las aperturas de las fosas de Griñón, donde estaba el cementerio militar de los golpistas en el frente de Madrid. "1.500 cajas unipersonales: 211.500 pts. 200 cajas colectivas para 1.685 restos: 110.400 pts.", detalla la misiva. Incluido el salario de 90.000 pts. de 50 obreros a 60 pts. diarias, sus 50 uniformes por 14.750 pts., sus pares de botas de goma por 6.100 pts. y demás gastos de transporte, la exhumación de Griñón supuso 627.050 pts.
El Gobierno presupuestó cada detalle. Un arquitecto diseñó cómo debían ser las cajas de madera de pino en las que depositar los restos exhumados. Había dos posibilidades: las individuales y las colectivas. El precio de las primeras, usadas generalmente para aquellos restos que podían ser identificados, era de 141 pesetas. Las colectivas, diseñadas como baúles para almacenar los restos de las fosas grandes, como las de Paracuellos del Jarama, costaban 550 pesetas.
Un recuento anual posterior a la inauguración del complejo funerario establece el pago de 333.033 pts. en cajas pagadas por Patrimonio Nacional.
Dos décadas después del final de la "gloriosa cruzada", el 1 de abril de 1959, se inaugura el Monumento Nacional a los Caídos. Franco culmina su gran sueño en el espectacular emplazamiento natural que ya enseñó en 1940 a las autoridades nazis y fascistas que asistieron al primer aniversario de "la victoria".
Los archivos fueron digitalizados el año pasado por orden de Garzón
"Eran los años de una Europa nazi y en aquellos momentos no estaba cicatrizada la herida de la guerra. Pensaba inaugurarlo mucho antes, pero 20 años después ya no es lo mismo, e incluso Falange estaba fuera del Gobierno", analiza el historiador Julián Casanova.
En 1959, quedaron atrás todos los años de trabajos de presos y los traslados de cuerpos desde todos los puntos de España. La burocracia franquista generó documentación para rellenar 12 cajas que, gracias al proceso judicial contra los crímenes del franquismo iniciado por el juez Baltasar Garzón, fueron digitalizadas hace un año.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional impidió que Garzón juzgara a los culpables de robar cuerpos de republicanos. Ante las dificultades encontradas en algunas zonas, donde las familias franquistas se negaron al traslado de sus muertos a Madrid, el Ministerio de Gobernación autorizó el abordaje de fosas de republicanos.
Republicanos enterradosLa historiadora Queralt Solé revela en su libro Els morts clandestins. Les fosses comunes de la guerra civil a Catalunya (1936-1939) que el Gobierno decidió llevar republicanos al Valle ya antes de 1959. "Franco lo inauguró con republicanos dentro", destaca Solé.
"Eran los años de una Europa nazi y en aquellos momentos no estaba cicatrizada la herida de la guerra"
Aquella macabra maniobra fue ocultada a la opinión pública y a las propias familias de los trasladados. Los historiadores revisionistas utilizan este dato para mantener imperturbable el barniz franquista que trata de otorgar al complejo un aroma de reconciliación. El abad actual que dirige la basílica, Anselmo Álvarez Osb, reivindicó en una carta el pasado 14 de septiembre publicada en ABC que la "génesis del Valle es el memorial de las víctimas que, hermanos de patria y estirpe, debían reposar bajo las mismas bóvedas y recibir los mismo sufragios".
El abad aludía a "más de 35.000 republicanos y nacionales" que, en su opinión, descansan en un lugar que pretende "la memoria de la convulsión sufrida en la convivencia nacional". Álvarez no repara en los mapas que escrupulosamente saltan por los lugares donde la represión franquista no ahorró el derramamiento de una gota de sangre de sus enemigos.
En el mapa de la provincia de Granada, por ejemplo, una flecha señala que es necesario trasladar los restos de ocho muertos de Motril, tres de Puente Genil o 72 de la ciudad de Granada. Nada dice de los 2.500 paseados en el barranco de Víznar.
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