Este artículo se publicó hace 15 años.
La Fura lleva al público a sentirse rehén de terroristas en "Boris Godunov"
La Fura dels Baus lleva al espectador a sentirse rehén de un grupo terrorista en su obra "Boris Godunov", inspirada en el asalto de un comando checheno a un teatro moscovita en 2002 y que abre desde hoy hasta el domingo en el Teatro Cervantes el vigésimo sexto Festival de Teatro de Málaga.
"Si logramos por un segundo que el público sienta lo que pudo llegar a sentir una persona en el Teatro Dubrovka o cualquier persona en esta situación, estaremos satisfechos", ha afirmado en rueda de prensa el actor argentino Pedro Gutiérrez.
El actor ha advertido a quienes acudan a ver un montaje "a la vieja usanza" de la compañía catalana, "de sangre e hígado", de que ésta es una obra "más reflexiva e intelectual", en la que hay una gran diversidad de reacciones en el público, "desde gente que se va a otra que se queda y aplaude a rabiar".
Pese a que los actores que interpretan a los terroristas realizan una "ocupación total" del teatro, incluido el patio de butacas, el vestíbulo o los pasillos, no llega a producirse un contacto físico con los espectadores, puesto que La Fura apuesta por un "teatro de emociones y visceral".
Antes de producirse el asalto, en el escenario se representa la obra "Boris Godunov", del ruso Alexander Pushkin, texto elegido "por criticar al poder y mostrar cómo un ente gubernamental oprime al pueblo o cómo una estructura, cuando llega al poder, puede ser tan corrupta como el poder anterior", ha explicado Gutiérrez.
El texto de Pushkin se ha adaptado en clave contemporánea y además se le han añadido intervenciones de personajes como Sarkozy, Bush, el "Che" Guevara o la periodista rusa Anna Politkovskaya, que actuó como mediadora en el ataque al Dubrovka, que se saldó con la muerte de 130 rehenes y 41 asaltantes tras la intervención de las fuerzas especiales rusas.
La Fura no sitúa el ataque terrorista en ningún país concreto, porque no hay "una identificación con ningún grupo terrorista ni una apología del terrorismo, sino lo contrario, una reflexión sobre lo que ocurre en nuestros tiempos".
El público también puede contemplar cómo puede llegar a actuar un gabinete gubernamental de crisis en una situación como ésta, y es el espectador quien finalmente "toma la decisión y cierra el círculo", porque la compañía catalana "no dice lo que está bien y lo que está mal".
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