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El futuro del Tratado de Lisboa, de nuevo en manos de Irlanda

Reuters

La esperanza de la Unión Europea de tener una mayor influencia global descansaba el viernes por segunda y última vez en los irlandeses, que votarán en un referéndum que podría llevar al bloque a una crisis si Irlanda vuelve a inclinarse por la opción 'No'.

Bruselas depende de Irlanda para ratificar el Tratado de Lisboa después de que el país, que representa menos del 1 por ciento de los casi 1.000 millones de habitantes del bloque, retrasó la introducción de la reforma a su Constitución el año pasado en un sorprendente rechazo.

Las encuestas sugieren que esta vez Irlanda aprobará el tratado, tras asegurarse concesiones de Bruselas y en medio de temores de que un segundo rechazo aislaría al país en un momento de grave recesión.

Pero también existe la preocupación de que el sentimiento de rechazo al Gobierno local podría conducir a un resultado ajustado.

"Creo que será una simple reversión de la última votación, con un 53 por ciento para la opción 'Sí', y un 47 por ciento para la opción 'No', con una asistencia similar a las urnas", dijo Hugo Brady, un analista político irlandés del Centro para la Reforma Europea.

Un segundo rechazo retrasaría fuertemente la integración de la UE y su expansión adicional, a la vez que debilitaría el euro y abriría la posibilidad de una Europa de dos niveles.

La votación también tiene implicaciones de amplio nivel para Irlanda, ya que los analistas advierten que un segundo rechazo podría hundir su reputación entre los inversores extranjeros, de quienes depende para financiar su creciente déficit presupuestarios.

Economistas encuestados por Reuters estimaron de media que la brecha entre la deuda a 10 años de Irlanda y Alemania se incrementaría en 50 puntos si el tratado es rechazado.

Para el primer ministro Brian Cowen, cuyo liderazgo se ha visto cuestionado desde que el electorado rechazó por primera vez el Tratado de Lisboa cinco semanas después de asumir el poder, otro resultado similar podría llevarlo a renunciar y sacudiría a la ya debilitada coalición de centro-izquierda.

El Tratado de Lisboa, diseñado para acelerar la toma de decisiones en la UE mediante la fijación de una presidencia a largo plazo y de un jefe de Política Exterior más fuerte, necesita ser ratificado por los 27 estados miembros para que entre en vigor.

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