Este artículo se publicó hace 15 años.
G.Vergel revive el desvelo de Tirso de Molina por España en "La prudencia de la mujer"
Tirso de Molina alertó en 1622 al pueblo con "La prudencia de la mujer" de la desmembración que "amenazaba" a España, un asunto "tan actual" que es "lo mismo" que persiguen ahora "los independentistas catalanes", según el director de la versión que se estrena el miércoles en el Teatro Fernán Gómez, Alberto González Vergel.
González Vergel ha presentado hoy, acompañado de los protagonistas, Abigail Tomey y Juan Carlos Naya, este "viejo sueño cumplido: llevar a escena una obra tan actual", con la que ya en el XVII el mercedario fraile Tirso de Molina advertía desde los corrales de comedias de la "conjura" del cardenal Richelieu y el Conde-Duque de Olivares para "disgregar" España separando a Cataluña.
Para hacerlo, Tirso se sirvió de una parábola: la de la reina María de Molina, la viuda de Sancho IV el Bravo, luchando contra la traición y la deslealtad, "obligando a benavides y carvajales, lo que serían ahora PSOE y PP, a desistir de sus propósitos y a defender la unidad de España".
"Lo que ocurre en la obra es lo que pasa ahora en España. La historia se repite", ha asegurado en varias ocasiones el decano de los directores de escena españoles, que a sus 86 años entiende que este texto, que hacía medio siglo que no se representaba, es "premonitorio y arriesgado".
"La prudencia en la mujer", que se estrenó el año pasado en Cáceres, es según Juan Carlos Naya una obra considerada "peligrosa" por los políticos, razón por la que, dice, "algunos concejales", precisamente de Castilla y León -patria de María de Molina-, no han considerado "oportuno" programarla.
El mensaje de María de Molina, dice, es "irrefutable. Es carismático y potente", dice Naya, quien admira rendidamente a González Vergel, con el que, desde que hace varios años le convirtiera de "actorcito" en "actor", no para de aprender.
La puesta en escena de González Vergel descansa, fundamentalmente, en la forma de decir el verso clásico y ésa ha sido, según Abigail Tomey, la "parte más dura", porque "Alberto no ha pasado ni una. Ha exigido que se declamara con dicción perfecta, que se oyera en la última butaca y que el fraseo y la puntuación fueran perfectas".
"Me desespera ir a representaciones en las que desde la fila cuarta ya no se entiende nada. Para mi el verso no es recitar a la forma antigua sino hacerlo inteligible, respetando su cadencia, su ritmo", ha reconocido él, que se ha "permitido" hacer "una labor de poda" en el texto de todo lo que no es "ni vivo ni actual".
Por ello ha decidido que en vez de concluir con el final original, en el que Tirso hace un anuncio de su próximo proyecto, la Reina, el personaje femenino "más emblemático e importante de todo el Siglo de Oro", pida a Benavides y Carvajal que luchen por "lograr la unidad de España con valor y con prudencia", "el mismo pacto -dice el director- que se les pide ahora a los partidos".
Para lograr que el público "entienda, oiga y vea", González Vergel ha optado por una puesta en escena en la que un ciclorama con bastidores pentagonales muestra noticias de actualidad custodiando un tríptico de inspiración gótica construido sobre una plataforma en forma de cruz.
La familia real viste trajes de la época medieval y el resto de personajes -hasta 12- lo hacen con vestidos actuales, excepto dos karatecas que "bailan" una lucha de artes marciales Kuk Sol Woon y Tai-Chi-Chuan.
Este montaje iba a ser "el adiós" de González Vergel pero ya anda embarcado en otros, como "un séneca" y "un peter shaft", además de una gira con esta obra, en el Fernán Gómez hasta el 5 de abril, que muestra "la dedicación plena de Tirso a la mujer".
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