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La gran frustración de Kubrick fue no hacer su filme sobre Napoleón

EFE

La gran frustración de Stanley Kubrick fue no haber podido hacer su filme sobre Napoleón, proyecto abandonado a finales de los años 60 del siglo pasado por los estudios MGM debido, entre otras cosas, a su costo, que no dejaba de crecer.

"Stanley se sintió muy infeliz al saber que no iba a realizarse", recuerda el suizo Jan Harlan, cuñado del director en declaraciones al diario "The Independent" con motivo de la publicación de una edición limitada de diez tomos de "Napoleon: The Greatest Film Never Made", que se vende por 450 libras (504 euros).

Deprimido, se dedicó a otras proyectos, que sí vería realizados como "Barry Lindon", "The Shining", "Full Metal Jacket", así como a la adaptación del relato del austríaco Arthur Schnitzler "Traumnovelle", que terminaría en 1999 bajo el título de "Eyes Wide Shut", el último de su filmografía.

Harlan, que fue ayudante de Kubrick en la película "A Clockwork Orange", afirma que el cineasta siempre se interesó por la observación de la locura humana y "Napoleón era el tema ideal".

"Solía decir que actuamos siempre obedeciendo a nuestras emociones y que es una vana ilusión creer que nos gobierna el pensamiento racional", recuerda su cuñado.

La viuda del director, Christiane, opina que a su marido le costaba comprender cómo un hombre tan capaz como Napoleón se dejó manipular por la coqueta Josefina y cómo pudo equivocarse tanto con la campaña de Rusia, que precipitó su caída.

"Cuando Stanley era joven, jugaba al ajedrez por dinero en Nueva York", explica Christiane, según la cual su marido opinaba que "Napoleón habría aprendido a controlarse de haber sabido jugar al ajedrez. Stanley creía que si uno se deja guiarse demasiado por las emociones, terminará perdiendo".

Según Harlan, a Kubrick le gustaba estudiar: "Era un gran estudioso. Sabía mucho de astronomía, filosofía, varios elementos del espacio y la vida. Para su película '2001: A space odyssey' (1968) habló con científicos, filósofos y clérigos sobre el espacio".

"Sabía mucho de astronomía, de filosofía, de los distintos elementos del espacio y de la vida, lo que la gente opina de la creación o la evolución, y todo ello lo volcó en aquella película", dice su cuñado y ayudante.

"Para Napoleón, buscó a la gente que sabían más de él. Leyó todos los libros escritos en inglés sobre su época y se convirtió en un experto" en el personaje, agrega Harlan, según el cual el historiador Felix Markham, autor de una biografía sobre Napoleón, hizo de tutor del realizador.

Markham empleó a un equipo de historiadores de Oxford que trabajaron a tiempo completo tratando de contestar las preguntas que hacía Kubrick.

Toda esa correspondencia figura en el libro que ahora se le ha dedicado y que incluye también cartas a actores en los que había pensado para encarnar al corso, entre ellos Oskar Werner y Ian Holm, así como una carta manuscrita de Audrey Hepburn en la que rechaza el papel de Josefina, aunque expresa su esperanza de que Kubrick piense en el futuro otra vez en ella.

El guión del filme comienza y termina con una imagen del osito de peluche de Napoleón, en una escena que recuerda el famoso "Rosebud" del "Citizen Kane", de Orson Welles.

Harlan reconoce que no ha tenido éxito en convencer a otros directores para que resucitaran ese proyecto: "Ridley Scott sabe que tenemos el material y también hemos contactado con Ang Lee".

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