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El Grass lírico, una faceta algo olvidada del Nobel que llega a los ochenta

EFE

La obra lírica de Günter Grass ha vivido a la sombra del éxito de sus novelas, pese a que el escritor considera que dentro de su trabajo la poesía tiene la misma importancia que la prosa.

"Para mí, mi poesía tiene la misma importancia que mi prosa. Pero naturalmente en la recepción lo que predomina son las novelas", ha dicho Grass que mañana cumple ochenta años.

Hasta la publicación de "El tambor de hojalata" en 1957, Grass se consideraba a sí mismo ante todo como poeta y dramaturgo y sólo había publicado poemas y obras de teatro.

"El tambor de hojalata fue mi primera novela y al empezar a escribirla creía que iba a ser la única que escribiría. Pero hubo un capítulo del que al final prescindí del que salió 'El gato y el ratón' y luego empezó a venir una novela tras otra", explicó Grass en una ocasión a representantes de medios españoles.

Sin embargo, Grass no abandonó la poesía y escribió y publicó poemas durante toda su carrera literaria.

"La lírica es el fundamento de toda escritura y siempre vuelvo a ella entre una novela y otra", ha explicado el escritor en reiteradas ocasiones.

Para él, "el poema es una forma que no engaña y siempre recurro a él para averiguar dónde estoy en épocas de sequía narrativa".

Otra razón para escribir poemas es que la lírica -junto con el dibujo, la acuarela y la escritura- le sirven a Grass para liberarse de una obra de prosa recién terminada, abrir la mente a temáticas distintas y encontrar un nuevo tono para un nuevo trabajo en prosa.

Esa vuelta recurrente a la poesía quedó documentada en el volumen publicado por la editorial "Steidl" en 2004, bajo el título de "Botín lírico" y el subtítulo de "Poemas y dibujos de cincuenta años", ilustrado por el propio Grass.

El libro incluye composiciones procedentes de libros de poesía, otras que aparecieron en publicaciones periódicas y algunas que el escritor intercaló en sus obras en prosa, como la novela "La ratesa" o el relato de sus experiencias políticas "Diario de un caracol".

"Eso le permitió a los poemas salir, por así decirlo, de la cárcel de un libro de poesía y llegar a un público más amplio pero no lo hice sólo por eso sino ante todo para recobrar una tradición que viene del romanticismo alemán y que no ve muy estrictamente las fronteras entre los géneros", explicó Grass al repasar en una ocasión su obra lírica.

Tras la publicación de esa antología, Grass, en este año, publicó un nuevo libro de poemas "Dumme August", en el que ajusta cuentas con quienes arremetieron contra él tras la publicación de "Pelando la cebolla".

Grass ha utilizado el dibujo y la pintura, al igual que la poesía, como forma de hacer una pausa entre novela y novela sin abandonar el trabajo creativo y en muchas ocasiones el trabajo con el color o el carboncillo le ha servido de punto de partida para nuevos trabajos literarios.

Eso fue lo que le ocurrió a mediados de la década de los noventa cuando comenzó a trabajar con acuarelas después de "Ese cuento largo" -una novela de cerca de 1.000 páginas- para tomar distancia de la literatura pero, según cuenta, de pronto la escritura empezó a mezclarse en lo que pintaba.

"Palabras, frases empezadas, estrofas de tres o cuatro versos irrumpían en el papel, escritas con el pincel mojado de amarillo o de rojo", escribe Grass.

Así comenzó entonces el trabajo de un libro de poemas cortos, titulado "Objetos encontrados para no lectores", que también incluye las acuarelas con la primera versión de las composiciones poéticas.

En la obra lírica de Grass, los breves poemas de "Objetos encontrados para no lectores" contrastan con las largas composiciones de "Ultimas danzas".

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