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Nunca se había visto al Rey de España tan enfadado en público

EFE

Nunca hasta ahora, que se recuerde, se había visto a Juan Carlos I tan airado en público, pero los reiterados ataques del presidente venezolano, Hugo Chávez, a España provocaron una reacción insólita del Rey, quien, sin tener la palabra, le lanzó, molesto, un airado "¿por qué no te callas?".

El Monarca es el único jefe de Estado que ha asistido a las diecisiete ediciones de esta Cumbre, que en esta ocasión se celebraba en Santiago de Chile, en donde en los dos días anteriores defendió en sus intervenciones la necesidad de impulsar la cohesión social- tema de esta edición- para acabar con las desigualdades y había reclamado la unidad para avanzar juntos.

Ayer, los Jefes de Estado y de gobierno de 22 países estaban en la última sesión plenaria de la XVII edición de la Cumbre Iberoamericana y no estaba prevista ninguna intervención del Rey.

En teoría, Juan Carlos era uno más de los participantes sin palabra de la última reunión de trabajo. A su lado, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, era el encargado de defender, si había lugar como lo hubo, los intereses de España.

La tensión entre los mandatarios de España y Venezuela se inició el viernes cuando Chávez arremetió contra el ex-jefe del Gobierno español José María Aznar calificándole, entre otras cosas, de "fascista", con la exigencia de Zapatero de pedir respeto hacia un ex presidente de Gobierno elegido democráticamente, y con una llamada de atención, en privado, por parte del Rey.

Pero al líder venezolano volvió a los ataques, en la sesión de clausura.

Juan Carlos, sentado entre Zapatero y el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, escuchaba las intervenciones serio y con gesto de disgusto, y cuando vio que el venezolano interrumpía una vez más al jefe del Gobierno, se movió como un resorte para acallar a Chávez.

Este luego defendió el derecho de su país a responder en el momento oportuno.

En una primera reacción, el presidente de Perú, Alan García, que fue uno de los primeros que tuvo que abandonar la Cumbre, hizo pública su solidaridad con Juan Carlos I, que se marchó de Santiago de Chile sin duda con un recuerdo agridulce de este encuentro.

A Chávez siguió el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que criticó la actuación de la eléctrica española Unión Fenosa en su país.

En ese momento, el monarca español, que, en un gesto sin precedentes y de acuerdo con el jefe del Ejecutivo, abandonó el plenario molesto y en protesta por los ataques a España.

El papel de "actor relevante" en la historia de las Cumbres Iberoamericanas, que le adjudicó el viernes a Juan Carlos la anfitriona Michelle Bachelet, en la cena que ofreció en honor de los jefes de Estado y de Gobierno, tomaba así un giro distinto, muy lejos de la labor conciliadora que quiere ejercer en América Latina.

Es lo que le llevó hace un año a aceptar la misión de "facilitador" en el contencioso que mantienen Argentina y Uruguay por la papelera que la empresa finlandesa Botnia construye del lado uruguayo.

Este año nuevamente estuvo con los presidentes de los dos países para tratar de acercar posiciones, sin que fuera posible el acuerdo.

Sus buenos oficios en estas Cumbres han sido reconocidos por la mayoría de líderes. El Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, en su discurso de apertura, recordó el "apoyo permanente" del rey español y sus 17 años de compromiso "con la libertad, con la solidaridad y con la amistad con los pueblos de Iberoamérica y sus luchas".

Otros jefes de Estado, como el colombiano, Alvaro Uribe, han aplaudido la perseverancia de Juan Carlos - que el próximo mes de enero cumplirá 70 años- por impulsar estos encuentros.

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