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"Hugo Chávez es un terremoto con botas"

Jon Lee Anderson. Tras varias décadas cubriendo conflictos, echa de menos una mayor profundidad en las informaciones

ANTONIO G. GIL-GARCÍA

Tras pasarse treinta años cubriendo conflictos internacionales y conociendo de cerca a algunos de los líderes más carismáticos, Jon Lee Anderson (California, Estados Unidos, 1957) sigue creyendo en el futuro del periodismo independiente, si bien es consciente de que afronta uno de los momentos más críticos, y por tanto más apasionantes, de su historia. Llegado recientemente de Haití, el colaborador de The New Yorker está estos días en España pronunciando unas conferencias en CaixaForum sobre El reto de contar la verdad en plena guerra.

¿Ha cambiado mucho la forma de hacer periodismo de guerra en 30 años?

La forma de hacer reporterismo, no tanto. Las guerras sí han cambiado. Ya no hay guerrilleros, sino terroristas, y se lo digo con toda la intencionalidad. Al mismo tiempo la violencia es mayor y los periodistas somos mucho más vulnerables que antes; nos hemos convertido en objetivo de guerra. Aunque ya lo fuimos en el pasado, por ejemplo en El Salvador, comparado con lo que hay ahora era como la diferencia entre la televisión en blanco y negro y en color. Entonces era todo mucho más en blanco y negro, y ahora es gris. Todo ha cambiado, pero el reporterismo, el salir a descubrir qué han hecho los de uno y otro bando, es lo mismo.

Pero el periodista es cada vez más parcial, como lo demuestra la figura del empotrado.

El empotramiento en sí no implica ser políticamente parcial; aunque es difícil cubrir un bando si estás empotrado en el otro. Pero siempre ha sido así; en un conflicto no puedes estar empotrado en los dos bandos a la vez, tienes que cruzar de uno a otro y, si no, tu cobertura va a ser parcial. Así es en el conflicto del Medio Oriente porque los talibanes son hostiles a los occidentales en general, y es muy difícil tener interlocutores con ellos sin que te maten o te secuestren. Yo reconozco que no soy del todo imparcial ni objetivo, pero intento serlo.

¿Se impone el periodista parcial, ya sea en la información de guerra, de política o de fútbol?

Sí, y es una pena.

De todos los líderes que ha tratado, ¿quién le ha causado mayor impresión?

Con quien he tenido más contacto es con Hugo Chávez, una figura de grandes contrastes, inquietante, simpático en lo personal, preocupante en su quehacer. Es una especie de terremoto con botas, una tormenta en sí mismo. Es fascinante como personaje, dicho sin juicios de valor, porque tiene de todo.

¿Cree que líderes como Chávez o Evo Morales siguen mirando a la figura del Che para diseñar sus políticas?

Lo tienen como el santo patrón y, sí, lo utilizan, porque el Che es el Jesucristo en su iglesia, la iglesia de la revolución; el personaje más ejemplar si uno realmente cree en el socialismo.

Acaba de llegar de Haití. ¿Qué nos ha enseñado esta catástrofe?

Desde el punto de vista humanitario nos debemos replantear cómo reaccionamos ante las catástrofes. El planeta está muy poblado y cada vez que haya una catástrofe va a haber más muertes, ya que la miseria y la superpoblación hacen mala pareja. No parece que tengamos la organización suficiente para reaccionar rápido. Por ello, debería plantearse una especie de brigada de emergencias internacional, a la que todos contribuyan pero sin la burocracia que tienen la amalgama de las ONGs y la ONU.

¿Y desde el punto de vista de la comunicación?

En términos generales, creo que la televisión tiende a ofrecer el morbo de las catástrofes y cubrirlas de forma muy esquemática, aunque por otro lado es normal; la gente quiere ver a la niña rescatada de los escombros después de 15 días. Eso sí, me preocupó que la televisión estadounidense ocupara mucho tiempo con referentes propios, como una pareja norteamericana esperando a una niña adoptiva.

Aquí ocurrió algo similar.

Sí, es un poco burdo, aunque es lógico; son ejemplos de medios que no se esfuerzan mucho por hacer la noticia. Mucha cobertura era autoreferencial y tenía más que ver con los esfuerzos de los países de origen de cada cadena que con lo que son Haití y los haitianos.

¿Qué opina del papel informativo de las ONG, que en ocasiones han ejercido de periodistas?

Es un fenómeno nuevo que he notado también en las asociaciones de derechos humanos, que actúan en sus denuncias con muchos componentes periodísticos y buscan la primicia y guiar a los periodistas en la divulgación de la noticia.

¿Pone en riesgo el llamado periodismo ciudadano el trabajo profesional, u obliga a replantearlo?

Las dos cosas; por un lado lo pone en riesgo, pero por otro plantea un desafío que puede ayudar a mejorar el trabajo. También nos obliga a trabajar más para ganar menos, que hoy es el dilema de los periodistas. Cuando empecé o eras redactor, o fotógrafo, o periodista de radio o de televisión, y muy pocos hacían fotos y escribían; pero ahora el reportero de diario destacado en Kabul o Shanghai lo tiene que hacer todo, y todos los días. No es fácil.

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