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Ingresan en prisión los cinco chinos acusados de secuestrar a un menor

EFE

Los cinco chinos acusados de secuestrar durante cuatro días a un compatriota de 17 años para pedir a su padre un rescate de un millón de euros han ingresado en prisión incondicional acusados de cuatro delitos de detención ilegal, amenazas, lesiones y usurpación.

Fuentes del caso han informado a EFE de que la juez de instrucción 6 de Sevilla concluyó anoche a las 21:30 horas la toma de declaración a todos los acusados y decretó su ingreso en prisión incondicional sin fianza.

El delito más grave que les imputó fue el de detención ilegal cualificada al ser la víctima menor de edad, lo que implica una condena de 10 a 15 años de cárcel.

Los acusados -dos residentes en Sevilla y tres en Parla (Madrid)- fueron detenidos el martes en un espectacular asalto policial a una vivienda de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) y, según los investigadores, formaban parte de una peligrosa banda que llegó a amenazar al padre del joven con ir cortándole dedos de la mano si no accedía a sus exigencias.

Mientras duró el secuestro, el joven estuvo maniatado, con los ojos vendados y los secuestradores llegaron a darle martillazos en los dedos.

El secuestrado tiene 17 años, es hijo del dueño de un próspero negocio de bazares en Sevilla y fue raptado el pasado viernes día 21 cuando salía del almacén de su padre en un polígono industrial.

Los secuestradores exigieron un rescate de un millón de euros, si bien luego lo bajaron a 300.000 euros.

En su declaración, el presunto cabecilla aseguró que él no sabía las condiciones en las que permanecía el secuestrado, ya que se limitaba a llevarle la comida y nunca entró en la casa de la barriada de La Liebre de Alcalá de Guadaira (Sevilla) donde estaba retenido.

Además, negó a la juez que pensara matar al joven, ya que sólo quería "tensar la cuerda" y lo dejaría en libertad si finalmente su padre no pagaba, han informado a EFE fuentes del caso.

El cabecilla aseguró además que su primara idea fue realizar el secuestro con unos portugueses, que le fallaron y tuvo que recurrir a los ahora detenidos.

Éstos, por su parte, manifestaron a la juez que ignoraban lo que estaba sucediendo y que creyeron que el joven tenía los ojos vendados porque sufría fotofobia.

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