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Innovar incluso sin 'chips'

Bindo ha inventado un sistema de encuadernación que han patentado en todo el mundo

PILAR BLÁZQUEZ

En los últimos años cada vez que alguien pronuncia la palabra innovación, parece obligado a hablar de chips, tecnología o internet. Unirla a algo tan aparentemente arcaico como el papel parece imposible, aunque no tiene por qué serlo.

Al menos no lo fue para Fernando Miralles cuando en 2003 empezó a dar vueltas a un nuevo sistema de encuadernación; un esfuerzo que años más tarde, en 2008, acabaría transformándose en Bindo, su actual empresa.

Les costó cinco años diseñar el producto estrella de la empresa

Miralles era por entonces gerente de una editorial andaluza, y entre sus productos tenía una publicación turística que todos sus clientes insistían en coleccionar. 'Así empezó a probar, de forma totalmente artesanal, cómo mejorar y abaratar esa encuadernación', explica Antonio Galván, actual director de marketing de Bindo.

El tradicional sistema de encuadernación en canutillo, necesitaba una máquina especial que suponía un encarecimiento de costes y demasiado tiempo de ejecución. Los latiguillos para agrupar hojas junto a una carpetilla de plástico daban una encuadernación demasiado burda para la calidad que buscaba.

Comenzó a probar estilos distintos, materiales diversos, pero Miralles se dio cuenta que aquello de inventar un nuevo sistema de encuadernación no era tan fácil ni, mucho menos, tan barato como se esperaba. 'Nos contó la idea y rápidamente nos convenció a todos', explica Antonio Galván el portavoz de los cinco socios que junto a él y a Miralles son ahora los propietarios de Bindo.

Han conseguido comercializarlo a través de cadenas como Workcenter

Con las aportaciones de todos ellos sobre la mesa, el primer paso fue contratar los servicios de un ingeniero. Aunque los no duchos este mundillo ni si quiera lo imaginan, los ángulos de doblaje, la resistencia de los materiales y hasta la cantidad de adhesivo que deben tener los aplicadores son parámetros fundamentales para que todo funcione adecuadamente. 'Llegar al producto final ha sido toda una odisea', recuerda Galván. Tener la idea y el diseño no lo es todo. En ese segundo intento falló la producción. 'Contratamos a una empresa de Barcelona, pero no conseguimos la calidad adecuada. Así que decidimos seguir buscando', explican en la empresa.

Finalmente, encontraron la solución al lado de casa, una empresa de Cádiz, les dio exactamente lo que estaban buscando. Un sistema de encuadernación basado en unos aplicadores adhesivos que ensambla los documentos gracias a dos latiguillos de fibra de vidrio en poco más de dos minutos y con un acabado que parece de encuadernación mecanizada de alto nivel. Visto lo visto, totalmente nuevo. Han conseguido patentarlo en exclusiva en todo el planeta.

El coste varía según la cantidad y el tipo de tapa que son totalmente personalizables. Para una unidad en tapa flexible entre 1,4 y 2 euros, quedescienden, como en toda la distribución, a medida que el pedido aumenta.

Ahora, Bindo está en plena explosión del negocio. Además, en tiempos de crisis la competencia entre las empresas se ha multiplicado y presentar un proyecto con una buena imagen suma puntos. 'Estamos teniendo muchos pedidos en España y ya han comenzado también a demandar el producto en Latinoamérica', aseguran en Bindo. Aunque su logro más llamativo ha sido colarse en las tiendas especializadas en papelería Workcenter. En Madrid y Barcelona esa cadena ya anuncia Bindo como su última novedad en el mundo de la encua-dernación.

Además los socios de Bindo están inmersos en un nuevo reto, adaptar su producto a una nueva demanda, la de los despachos de arquitectura que requieren grandes formatos para presentar sus proyectos.

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