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Japón obtiene último visto bueno necesario para reactivar reactores nucleares

EFE

El gobernador de la provincia nipona de Fukui (centro) dio hoy su consentimiento a la puesta en marcha de dos reactores atómicos de su región, lo que allana el camino para que Japón ponga fin al apagón nuclear que vive a raíz de la crisis en Fukushima.

El gobernador, Issei Nishikawa, transmitió hoy su visto bueno a la reapertura de los reactores al primer ministro, Yoshihiko Noda, y a varios ministros implicados en políticas nucleares durante una reunión en Tokio, informó la agencia local Kyodo.

El apoyo de Nishikawa elimina la última traba política que quedaba para la activación de los reactores 3 y 4 de la central nuclear de Oi, en Fukui, por lo que se espera que el jefe de Gobierno anuncie pronto formalmente la decisión de su puesta en marcha.

Está previsto que las de la planta de Oi sean las primeras unidades en reanudar su actividad tras el apagón nuclear de Japón, que lleva más de un mes funcionando sin energía atómica desde que el 5 de mayo detuvo el último reactor que mantenía activo.

El accidente en la central de Fukushima provocado por el devastador tsunami de marzo de 2011 llevó a la parada gradual de todas las centrales atómicas niponas, bien por seguridad o bien por las revisiones rutinarias que impone la legislación local.

Ello ha obligado a la tercera economía mundial a incrementar el ritmo de sus centrales térmica y se ha reflejado en un fuerte aumento de sus importaciones de hidrocarburos, lo que ha afectado fuertemente a su balanza comercial.

Japón, que antes del accidente en Fukushima obtenía un tercio de su electricidad de las plantas atómicas, cuenta en la actualidad con 50 reactores comerciales, además de los cuatro dañados por el tsunami de 2011.

Los reactores 3 y 4 de Oi ya recibieron el pasado marzo el aprobado de la Comisión de Seguridad Nuclear de Japón tras ser sometidos a pruebas de resistencia que certificaron que están preparados para soportar fuertes seísmos y un tsunami de hasta 11,4 metros de altura.

Este tipo de test, simulaciones informáticas que comprueban la resistencia de los reactores a desastres naturales, fueron impuestos por el Gobierno para garantizar la seguridad de todas las centrales tras el desastre de Fukushima.

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