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Juegos en Río: ¿otra oportunidad perdida?

Planea la sombra de la corrupción, el clientelismo y la especulación

NAZARET CASTRO

Cuando, en octubre, Río de Janeiro fue escogida sede para los Juegos Olímpicos de 2016, la playa de Copacabana se transformó en una fiesta. Los primeros Juegos en Suramérica; la oportunidad para consolidar Brasil como gran economía emergente; la ocasión idónea para emprender la tan necesaria mejora de las infraestructuras de la Cidade Maravilhosa.

Los discursos del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, coreados por los medios de comunicación, acabaron de imprimir el sello triunfalista: 'Ha llegado la hora', era el mensaje. Y la pujanza de la economía brasileña, con las recién descubiertas vastas reservas petrolíferas de la bahía de Santos como garantía, aseguraban una apuesta que contará con un presupuesto inicial de casi 29.000 millones de reales (unos 11.000 millones de euros). A este montante oficial se sumarán inversiones privadas que rondarán los 40.000 millones de euros.

Las inversiones se concentrarán en áreas de la ciudad ya privilegiadas

Sin embargo, las voces críticas no han tardado en dejarse oír. Los Juegos Olímpicos atraerán ingentes inversiones, pero, ¿mejorarán la vida del pueblo carioca? Aunque nadie duda de que los Juegos potenciarán la economía, dinamizarán el turismo y las inversiones gubernamentales en áreas como el transporte, muchos temen que esta oportunidad histórica termine por beneficiar sólo a las élites. La suspicacia no es gratuita.

Alessandro Biazzi es miembro del Instituto Políticas Alternativas para el Cono Sur (Pacs), organismo desde el cual siguió los Juegos Panamericanos de 2007. Teme que los errores de entonces vuelvan a cometerse en 2016. Biazzi recuerda que 'la Villa Olímpica de los Panamericanos acabó convirtiéndose en apartamentos para las clases altas cariocas', un planteamiento 'absurdo si consideramos el déficit habitacional de Río', donde millón y medio de personas viven en chabolas.

En los Juegos Panamericanos se gastó diez veces lo presupuestado

Según se desprende del proyecto oficial de los JJ OO cariocas, las inversiones se concentrarán en áreas ya privilegiadas, como la Barra de Tijuca. De ahí que el Pacs y otros movimientos sociales defiendan una descentralización del proyecto, para que las instalaciones olímpicas lleguen a zonas más populares de la ciudad, como el centro.

'Las inversiones para un evento de un mes endeudarán a la ciudad sin que la sociedad obtenga un gran retorno. ¿Qué pasará con las instalaciones después? ¿Sucederá como en China, donde las infraestructuras acabaron desocupadas?', se pregunta Alessandro. Además, algunos atletas han denunciado la situación de escasez en la que viven: 'El Comité Olímpico carece de verdaderas políticas deportivas. Sólo gasta en promoción', asegura Biazzi.

Sobre el papel, el proyecto incluye algunas inversiones que mejorarán la vida en la ciudad, sobre todo en materia de transportes. Las autoridades invertirán 5.500 millones de dólares en este capítulo, que incluye una ampliación de la capacidad del aeropuerto, una mejora y ampliación del metro y una nueva red de autobuses rápidos con carriles exclusivos, además del esperado tren de alta velocidad que unirá São Paulo y Río. También se prevé la limpieza de la bahía de Guanabara y la revitalización de la zona portuaria.

No faltan, sin embargo, motivos para el escepticimo. 'En los Juegos Panamericanos no se realizaron las infraestructuras urbanas prometidas y se olvidaron las inversiones previstas para la población con carencias', apunta Biazzi.

Por no hablar de las cuentas: múltiples errores de concepción, planeamiento y diversas irregularidades hicieron que los Juegos Panamericanos, que partían de un presupuesto de 400 millones de reales, acabasen suponiendo un gasto diez veces mayor. El Tribunal de Cuentas de la Unión (TUC) detectó irregularidades como sobrefacturación, alquileres por encima del precio de mercado, etcétera. Planea la sombra de la corrupción y el clientelismo.

La comunidad internacional tiene su mirada puesta en cómo las autoridades cariocas lidian con la inseguridad ciudadana que se vive en Río. El Gobierno argumenta que Río tiene experiencia en eventos multitudinarios como el Carnaval. Los movimientos sociales temen que la tranquilidad de los visitantes se consiga a un alto precio, sin que ello redunde en políticas a largo plazo para mejorar la ciudad.

Más polémico si cabe es el futuro incierto de los habitantes más humildes que habitan en el oeste de la ciudad. El proyecto oficial sitúa el Parque Olímpico donde ahora está ubicada la favela de Vila Autódromo, en la Barra de Tijuca. Las autoridades no han explicado qué pasará con quienes viven allí. Pende sobre ellos la amenaza del desahucio, en tiempos de boom urbanístico en que los Juegos Olímpicos brindan a los especuladores una oportunidad perfecta.

La comunidad ya ha comenzado a movilizarse. Sostienen que 'resistirán' las presiones al igual que lo hicieron en los Panamericanos, cuando sólo la reacción social fue capaz de impedir el desalojo.

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