Público
Público

El MNAC incorpora a su colección la obra "Carmen Bastián", de Fortuny

EFE

El MNAC ha incorporado a su colección permanente la pintura "Carmen Bastián", de Marià Fortuny Marsal, realizada por el artista en Granada en los primeros años de la década de 1870.

Según ha explicado hoy la directora del museo, Maite Ocaña, el MNAC ha adquirido esta pintura en la Galería Oriol de Barcelona por 300.000 euros.

La incorporación de este óleo, de 45 x 62 centímetros, enriquece "el magnífico conjunto de pinturas, dibujos y grabados de Fortuny que conserva el MNAC, que constituye, por su calidad y cantidad, la más importante colección de obras de este artista conservada en un museo", ha asegurado la subdirectora, Cristina Mendoza.

Con la adquisición de "Carmen Bastián", el museo barcelonés atesora 27 pinturas de Fortuny, 2.170 dibujos y 170 grabados.

"Carmen Bastián" es una pintura representativa del nuevo lenguaje artístico que Fortuny experimentó durante los primeros años de la década de 1870, caracterizado, según Mendoza, por "un claro protagonismo de la luz y por una factura moderna y expresiva, que se aleja de las convenciones de taller".

Estas obras en las que, como el propio artista dice en una carta, "pretendo darme el gusto de pintar para mí mismo", la técnica es más suelta y libre, y "contrasta con los cuadros de producción comercial, en los que es más minucioso".

La obra adquirida se enmarca en el mismo contexto que "Paisaje de Granada", una pieza del MNAC de similares características técnicas y cromáticas, propias de la producción granadina del pintor.

En esos últimos años de su vida -Fortuny murió en Roma en 1874-, el artista amplió su repertorio iconográfico habitual cultivando temas poco tratados en su trayectoria como el paisaje o el retrato.

"Carmen Bastián" es, a decir de Mendoza, una pintura "absolutamente atípica" en la producción del artista, "no sólo por tratarse de un retrato, sino también por su indudable contenido erótico".

La ausencia de decoro de la figura femenina representada puede responder a la intención de Fortuny de transgredir los preceptos de la poética clásica, práctica habitual en la historia de la pintura occidental, como también podría tratarse de un divertimento.

A la muerte de Fortuny, esta obra, inacabada como muchas otras del pintor, se encontró en su taller de Roma, razón por la que lleva el sello de la testamentaría en el ángulo inferior derecho.

La pintura permaneció en manos de la familia Madrazo, como lo confirma una anotación de 1958 en el reverso de la tela en la que Henriette Fortuny, viuda del hijo del pintor, hace constar que la dona a Mariano de Madrazo.

El cuadro fue vendido a finales de la década de 1980 y no se vio públicamente hasta 1989, cuando se expuso en Barcelona en una exposición dedicada al artista.

Hasta entonces, no se hizo referencia a la obra en ninguno de los numerosos artículos o libros publicados sobre Fortuny, ni tampoco se habla de ella en el epistolario familiar.

Un artículo de José Castro Serrano en la Ilustración Española y Americana de 1875, poco después de la muerte del pintor, narra de forma literaria la vida de la gitana granadina que hace de modelo en este retrato.

Según Castro Serrano, Carmen Bastián y Fortuny se conocieron en Granada cuando ella tenía 15 años, y la gitana, con el beneplácito de su familia, comenzó a frecuentar enseguida el estudio del artista, para quien hacía de modelo, y se convirtió en una protegida de la familia del pintor.

Tras la muerte de Fortuny, Carmen se trasladó a Madrid, donde se la relacionó con un pintor inglés hasta que un hermano de ella la agredió brutalmente para vengar el honor familiar.

Castro insinúa en su artículo que la chica, abandonada por todo el mundo, habría puesto fin a su vida.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias