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El mundo que nos deja

JAVIER BLASCO

Hoy recuerdo las quejas de Mario al conocer en el exilio que habían arrancado los árboles de no sé qué calle entrañada en su memoria: 'Es a mí a quien han mutilado, me he quedado sin ramas, sin brazos, sin hojas'. En la misma clave decimos hoy nuestra queja, al conocer la ausencia de Mario Benedetti.

Su obra está escrita desde el convencimiento de que 'la utopía es el verdadero motor que movía el mundo', le devuelve al lector las aspiraciones profundas de su ser. En su libro El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974) apuesta por los mundos inventados del escritor, no como 'corrección de la realidad pasada', sino como 'propuesta de la realidad futura'.

Soñador de un mundo en el que 'la indiferencia sea una palabra obscena', para Mario Benedetti las voces amor, revolución o rebeldía son la necesidad de transformar la realidad y voluntad de acción en el ámbito de la intimidad humana. En esta clave hay que interpretar el compromiso de nuestro autor y de su pluma con la historia concreta de los pueblos (el Uruguay de la dictadura o la Cuba revolucionaria).

Estoy seguro de que la mayor fuerza de su voz residía en la capacidad para despertar a los lectores del enajenamiento y la modorra intelectual y moral. Por eso a muchos les resultaba tan peligrosa su obra.

Esta voz ya no volverá. Sin embargo, rescatándolas del uso y abuso mercantilista y político de nuestro presente, su obra ha liberado un puña-do de palabras (libertad, dignidad, justicia o amor), con las que hacer habitable el mundo que nos queda.

 

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