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La nueva Oreja de Van Gogh convence en su regreso a Madrid

EFE

No cabe duda; la ausencia de Amaia Montero está superada. La Oreja de Van Gogh, con Leire Martínez frente al micrófono, ha encandilado esta noche a los 2.000 espectadores que han abarrotado el Palacio Municipal de Congresos de Madrid.

"Me gustaba más con Amaia", decían unos antes de que arrancara el concierto; "siguen siendo geniales", opinaban otros. El veredicto final, tras 23 canciones y casi dos horas de espectáculo, ha sido unánime: "Leire, Leire, Leire", gritaba el público.

La renovación, no ha podido ser más acertada. Pablo Benegas -guitarra-, Álvaro Fuentes -bajo-, Xabi San Martín -teclados-, y Haritz Garde -batería-, reclutaron a Leire Martínez -voz-, para cubrir el enorme hueco dejado por Montero. La apuesta, arriesgada, ha reportado un saldo más que positivo.

Una introducción de melodías electrónicas ha dado el pistoletazo de salida a un concierto que, como se ha encargado de recordar Martínez, poseía una gran carga emotiva: "Es nuestra primera actuación en Madrid desde que estamos juntos, y esperamos que haya muchas otras".

El último trabajo discográfico de la formación vasca, "A las cinco en el Astoria", ha capitalizado los primeros compases del espectáculo. La festiva "Más" ha dado paso a una sensual interpretación de "Sola", acompañada por los felinos movimientos de Leire Martínez sobre el escenario.

"Muñeca de trapo", una de las canciones más aclamadas de la velada, enlazaba con "La visita" y "Un cuento sobre el agua", mientras que Martínez recorría las tablas de un lado a otro como si le faltase espacio para expresar su volcánica energía.

En ese momento sonaron los acordes de "Cuídate", que derivaron en la primera gran ovación de la noche, después de que el patio de butacas se convirtiera en una masa de cabezas saltando al unísono.

Tras los primeros compases, plenos de vitalidad, ha llegado el turno para las composiciones más reposadas, con mención especial para esas "Palabras para Paula" que propiciaron uno de los instantes más íntimos de la función.

Poco duró la tranquilidad. El tiempo que tardó "Paris" en disparar la emotividad en la platea -muchas parejas se miraron embelesadas- y recargar las pilas de unos aficionados que, para entonces, ya se encontraban rendidos a los pies de este grupo que acumula más de siete millones de discos vendidos.

Tras "Europa VII", decorada por una proyección sideral de lunas y estrellas, el concierto derivó en temas ya clásicos como "Rosas", "Deseos de cosas imposibles", o "Jueves".

Sin embargo, el éxtasis llegó con "Pop", esa composición sobre una desgraciada reina musical que, con la batería de Haritz Garde retumbando en cada rincón del Palacio, puso a bailar a un público heterogéneo formado por personas de todas las edades.

"Inmortal" y "El último vals", temas ambos del último disco de LOVG, allanaron el camino para un fin de fiesta mayestático, en el que una lacrimógena "Puedes contar conmigo" dio la vez a "20 de enero" y "La playa", composición ésta que, entre aplausos y alabanzas del respetable, puso el punto y final a la actuación.

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