Este artículo se publicó hace 15 años.
Pishtacos, asesinos a la búsqueda de grasa humana
Una banda de criminales en Perú asesinó a varias personas para vender su grasa a mercados de cosméticos
Un cuerpo descuartizado, colgado de un gancho de metal y derritiéndose su grasa al calor de unas velas. No es el argumento de una película macabra, es lo que hacía una banda de criminales en Perú que asesinó a varias personas para extraer su grasa y venderla a mercados de cosméticos de Europa. El botín no era nada despreciable: 15.000 dólares el litro de grasa.
Lo explicaba ayer en rueda de prensa el jefe de la Dirección de Investigación Criminal, Félix Murga. La policía se puso en alerta cuando detuvo a principios de este mes a uno de los presuntos miembros mientras recogía una encomienda de una empresa de transporte terrestre, consistente en un envase de plástico con la grasa extraída de la única víctima comprobada, Abel Matos, asesinado a mediados de septiembre.
Vendían la grasa de sus víctimas a 15.000 dólares el litro
La banda ha sido apodada como los "Pishtacos". No es un alias casual. Este nombre corresponde a una leyenda andina sobre unos bandoleros que se comían a sus víctimas y vendían su grasa.
La grasa extraída por los Pishtacos, en un laboratorio en la región central de Huánuco o en "parajes solitarios" de esta región, era ofrecida en Lima a un comprador del extranjero -hay dos italianos investigados- y se cree que su destino eran empresas que fabrican cosméticos o maquinaria fina, acotó el jefe policial.
Si bien no hay pruebas de las conexiones internacionales, las autoridades peruanas se pondrán en contacto con la Interpol para esclarecer las ramificaciones de la red.
Entre 60 y 200 personas han podido ser asesinadas por la banda
Aunque sí han logrado comercializar grasa, se sabe que la banda no ha vendido órganos debido a que éstos debían estar frescos.
La Policía asegura que Abel Matos, cuya grasa y restos fueron hallados, no es la única víctima, dado que los detenidos han confesado que secuestraron a otras cinco personas, dijo, por su parte, el jefe de la División de Secuestros de la Policía Nacional, coronel Jorge Mejía.
Los interrogatorios han revelado que la banda tenía 17 litros de grasa humana en "stock" que no había sido comprado, aunque ya buscaban un contacto en Lima para poder vender este producto humano en el extranjero, relató el jefe de la investigación.
También se sospecha que esta red habría secuestrado y asesinado a entre 60 y 200 personas, dado que el cabecilla de estos "pishtacos", Hilario C.S., se dedicaba a estas actividades desde hace más de treinta años.
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