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Polonia y Rusia intentan dejar atrás su historia

En el 70 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de ambos países mantienen sus reproches mutuos pero acuerdan mirar juntos hacia adelante

TRINIDAD DEIROS

La verdad de los polacos sobre la Segunda Guerra Mundial no será nunca la misma en la que creen los rusos. Ayer, en Westerplatte, la península polaca del Mar Báltico donde se celebraba el 70 aniversario del ataque nazi que dio paso a la contienda, no hubo mea culpa de Vladímir Putin en nombre de Rusia, el país heredero de la Unión Soviética a la que los polacos consideran su verdugo en pie de igualdad con el Tercer Reich. No en vano creen que el Tratado Molótov-Ribbentrop, un acuerdo de no agresión por el que Alemania y la URSS se repartieron el territorio polaco una semana antes del inicio de la guerra, fue la luz verde para que las huestes de Hitler pusieran de rodillas a Polonia.

Pero de esto se cumplieron ayer setenta años y Moscú y Varsovia parecen haber optado por el pragmatismo: Rusia es el segundo socio comercial de Polonia, sólo por detrás de Alemania, y además comparte con ella una frontera que los reproches históricos ya no podrán modificar. Estas consideraciones pesan más de cara al futuro que el 'enorme trauma', como lo definió ayer el primer ministro polaco, Donald Tusk, que la guerra significó para Polonia.

Varsovia y Moscú crean un centro para examinar las

La presencia de Putin en Westerplatte ha sido en sí misma un 'gesto significativo' de reconciliación, como destacó ayer Tusk en la rueda de prensa que ambos ofrecieron poco antes de la ceremonia. En las últimas semanas, las cábalas sobre su posible negativa a aceptar la mano tendida que suponía la invitación de Varsovia corrían en boca de muchos polacos. Pero finalmente Putin llegó, se instaló con su séquito en el Grand Hotel, y ayer compareció con Tusk charlando amigablemente mientras sus ministros firmaban tres acuerdos sobre transporte, cooperación nuclear y asuntos culturales.

'No es labor de los gobernantes defender las diferentes versiones de la Historia', destacó el primer ministro polaco, antes de anunciar que Moscú y Varsovia han acordado dar un 'paso significativo' para superar sus diferencias. A partir de ahora aceptarán las decisiones de un comité bilateral que ambos países crearon hace años para analizar el pasado que envenena la relación entre ambos.

Tusk anunció también la creación de dos centros de investigación, uno en Rusia y otro en Polonia, que examinarán todas las cuestiones históricas en las que rusos y polacos disienten. Y citó la masacre del bosque de Katyn, donde los rusos fusilaron a entre 15.000 y 20.000 oficiales polacos en 1940, que sigue siendo uno de los episodios más presentes en la memoria de este país.

Tusk recuerda «la sangre vertida por soldados rusos para liberar Polonia»

Sin dejar de hacer constantes referencias a la 'verdad como base del mutuo entendimiento', el mensaje quedó claro: el pasado quedará a partir de ahora para los historiadores, mientras los dos países buscan 'la paz, el orden y el libre comercio'. '¿Si es posible el entendimiento con Alemania, por qué no va a ser posible con Rusia?', se preguntó el mandatario polaco.

El tono de Putin fue diferente, pero el fondo de su discurso no. El primer ministro ruso anunció una concesión sin precedentes a Polonia: la construcción de un gaseoducto que atravesará su territorio, cuya propiedad se repartirán a partes iguales entre ambos países: un gesto de compensación por el gaseoducto ruso-alemán, al que Varsovia se opone.

Pero fiel a su estilo desafiante, el primer ministro ruso no pudo evitar defender el Tratado Molótov-Ribbentrop, que equiparó al pacto de no agresión que 'Polonia firmó con los nazis en 1934, antes de entrar con sus soldados en Checoslovaquia'. Un envite al que su homólogo respondió sin torcer el gesto, asegurando que la versión de su país 'se basa en los hechos'.

Astuto, Tusk recordó la 'sangre vertida por los soldados soviéticos para liberar Polonia', y terminó citando al escritor húngaro Sándor Márai, que decía que los soviéticos liberaron Europa del Este de los nazis pero 'no trajeron la libertad, porque ellos mismos no la conocían'.

 

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