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El "profesor" Mortadelo contra "los pequeños bichos negros"

EFE

Francisco Ibáñez ha inculcado el hábito de la lectura a varias generaciones de niños durante medio siglo a través de las aventuras de Mortadelo y Filemón, una labor que sus seguidores le agradecen constantemente en cada acto público de firma de ejemplares.

"Si hay una cosa a la que le tienen terror los niños es a esos bichos pequeños negros que se llaman letras", ha afirmado hoy el dibujante en una entrevista a Efe.

Ibáñez sabe por experiencia que el secreto para captar la atención de los niños consiste en acompañar las letras de "un dibujo que les haga gracia".

Si el dibujo logra este objetivo, "el niño no tendrá tanto miedo, se irá acostumbrando a esos bichos negros y pasará después a otros libros, subiendo hasta llegar a Kafka", sostiene el padre de Mortadelo y Filemón.

Francisco Ibáñez es consciente de que sus historietas han sido el punto de partida de millones de lectores. "En las firmas de libros te encuentras mucha gente que te dice 'he aprendido a leer contigo'", afirma.

Son esos actos multitudinarios, en los que Ibáñez firma pacientemente cientos de ejemplares a sus lectores -a los que siempre dedica un dibujo de Mortadelo-, los que suponen el mayor premio para este genio de la historieta.

En estas filas coinciden varias generaciones de lectores, padres, hijos e incluso abuelos.

Ibáñez cuenta, con la misma gracia con la que dibuja sus historietas, que en una de estas firmas de libros se le acercó de "un señor de ochenta y tantos años".

Cuando el dibujante le preguntó cómo se llamaban sus nietos, para dedicarles el libro, el veterano lector le aclaró que el ejemplar era, en realidad, para él.

También se ha encontrado con niños que, después de haber ensayado durante semanas lo que le dirían a su ídolo de la historieta, luego, cuando se encuentran frente a frente con él, se quedan en blanco, con la boca y los ojos muy abiertos, incapaces de decir una sola palabra.

Francisco Ibáñez recuerda con cierta nostalgia la época en la que los quioscos estaban llenos de tebeos y señala que ahora, en cambio, sólo se encuentran en tiendas especializadas.

Y observa con algo de preocupación la afición masiva a los videojuegos de las nuevas generaciones, que "se han acostumbrado a fabricarse sus propias historias con las maquinitas".

Pero las aventuras de Mortadelo y Filemón siguen publicándose y vendiéndose a buen ritmo, y entre sus consumidores se encuentran jóvenes lectores, muchos de ellos animados por sus padres.

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