Este artículo se publicó hace 15 años.
San Palermo, el milagro
Argentina estaba fuera del Mundial, humillada por Perú, pero un gol agónico la resucita
Ni Fellini lo hubiese imaginado mejor. Argentina se había puesto en ventaja apenas comenzada la segunda parte con un bonito gol de Higuaín, tras buena asistencia de Aimar. Recién había saltado al campo Palermo, cuando se desató una terrible tormenta. Aplacada la ansiedad del primer tiempo, donde la albiceleste dominó el juego sin marcar, la afición se preparaba para festejar la goleada. Perú no había pasado la mitad del campo. Pero los fantasmas recordaron que tenían una cita con Maradona. Y llegaron con toda la música. Rayos y centellas irrumpieron para avisar.
Los jugadores argentinos quedaron paralizados.Vargas, buen mediocampista, lo entendió al instante, y ese Perú timorato del primer tiempo se convirtió en el Brasil del setenta, aquel de Pelé. La afición, absorta, dudaba entre guarecerse de la cortina de agua y viento o asistir al insólito baño Argentina estaba recibiendo. A diez minutos del final, comenzaron los cánticos insultantes: "jugadores, a ver si ponen cojones, no juegan contra nadie...". Dos disparos de larga distancia, tocados por el portero Romero (de gran actuacion), pegaron en el larguero. Demasiado. Faltaba lo mejor.
Minuto 90. Nuevo avance peruano, increíble parada del portero Romero. El balón queda rondando en el área argentina y nueva agónica parada.Y aunque no se pueda creer, el balón siguió ahí y los fantasmas, cansados, decidieron que era hora de meterla de una vez por todas en el arco argentino. No había tiempo de nada. El estadio era una caldera, donde se mezclaban insultos, aliento, infartos... Argentina estaba prácticamente fuera del Mundial. En un ataque de furia final, forzó el último córner de la noche. Los 22 jugadores estaban en el área peruana. Entre ellos, un tal Palermo, que estaba por batir un récord mundial: no había tocado el balón desde su ingreso.
Maradona, de panzaAlgo increíble. Llega el centro, le cae a Pocho Insúa, disparo bajo, doble desvío en el área chica y el balón decide, caprichoso, quedar dócil en el pie del jugador que no lo había tocado hasta ese momento: el increíble Palermo, que la empujó a la red. Y la explosión, la locura. Maradona tirándose dos veces de panza, barrenando como un surfista en el lago del inundado Monumental.
De Bilardo nada se sabe. Algunos creen que fue a agradecer a la Virgen de Luján. "Ya estábamos en la morgue y San Palermo nos devolvió la alegría", dijo un Maradona extrañamente terrenal en la rueda de prensa. Argentina queda cuarta y, por ahora, clasificada directamente para el Mundial. Pero el miércoles le espera la batalla del Río de la Plata ante Uruguay.
No hubo noticias de Messi, que "defraudó una vez más por intrascendente" según clamó la prensa argentina pese a la emoción del triunfo agónico. También denunció el "carácter esquelético" de la selección. Pero lo que quedará para siempre en el recuerdo serán los brazos al cielo de Palermo al grito de "Gracias, Dios, gracias, Dios". Agradecía a Dios. Al verdadero...
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