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Serrat despliega un torrente de humor en la apertura del Festival Cervantino de México

EFE

Ni la llovizna ni el frío pudieron apagar anoche el ardor de los miles de mexicanos congregados para escuchar a un dicharachero y bromista Joan Manuel Serrat en el concierto de apertura del Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, centro del país.

Unas tres mil personas se dieron cita en un escenario al aire libre de la urbe colonial, considerada una de las ciudades más bellas de México, para pedir una y otra vez al cantautor catalán que les deleitara con "Penélope".

"Como dice un viejo proverbio chino...", repetía un parlanchín Serrat cada poco rato, ante las risas de un público sabedor de que acto seguido llegaba una broma del artista.

Pertrechado con su guitarra y con un piano por acompañamiento, Serrat, convertido a ratos en monologuista humorístico, demostró encontrarse muy a gusto entre los guanajuatenses.

Estos ya adivinaban desde antes del recital que la noche se iba a convertir en memorable, y muchos habían hecho cola durante horas bien acompañados por sus paraguas con el fin de conseguir un buen lugar.

La visita del cantautor estuvo motivada por el papel de Cataluña (noroeste de España) como región invitada al FIC, una de las citas culturales más importantes y variadas del país, que reunirá hasta el 26 de octubre a cerca de 2.000 artistas de 24 países.

De ellos, 225 serán catalanes; el primero fue, precisamente, uno de los más queridos por el público mexicano, Serrat.

Entre clásico y clásico -"Tu nombre me sabe a yerba", "Mediterráneo", "Esos locos bajitos", "Hoy puede ser un gran día"- el veterano intérprete se lucía contando anécdotas y ponía de relieve su buen humor.

En un momento dado, Serrat se puso "bien mexicano" y se arrancó con "Camino de Guanajuato", uno de los clásicos del mítico Jose Alfredo Jiménez.

El homenaje a su tierra enardeció los espíritus en el patio de butacas y el auditorio acompañó con su clamor la voz del catalán, olvidado ya el frío y cerrados los paraguas.

La audiencia arropó con su cariño a un músico que parecía estar cantando en el salón de su casa para sus amigos más cercanos, por lo cómodo y contento que se le veía.

En total, casi dos horas de recital en las que Serrat se lanzó también al ruedo con algunos temas en catalán, no sin antes explicar al público de forma humorística el contenido del tema.

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