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"La Transición fue una gran mentira pactada"

Juan Madrid recupera a Toni Romano en la novela Adiós, princesa

P. C.

Fuma un cigarrillo tras otro. Mira a los ojos y dispara con bala. Juan Madrid (Málaga, 1947) no se anda con rodeos. Fue, es, periodista antes que fraile, y, además, uno de los precursores de la novela negra urbana posfranquista. Ha buceado en las cloacas de la política y aún le gusta regodearse en lo escabroso. Por eso ha recuperado a su personaje fetiche, Toni Romano, en la novela Adiós, princesa (Ediciones B). Esta vez, la bala va directa a la monarquía.

Para el argumento, Madrid partió de un supuesto: ¿Qué pasaría si a ciertas personas no les gustara la novia que ha elegido el Príncipe? Certero e incisivo. Aún así, el escritor reconoce que 'la novela no es ningún ajuste de cuentas'. Ahora bien, tampoco se suma al discurso dulzón: 'El problema en este país es que aquí no se puede hablar de la monarquía. Son reyes de cuentos de hadas. Una visión que se empezó a gestar cuando el rey Juan Carlos firmó la adhesión al Movimiento. En 1975 sólo el 35% se consideraba monárquico'. Primer disparo.

Forjado en el periodismo de la Transición, en el boom de los semanarios políticos, Juan Madrid tiene su particular imagen de aquella época y de los hilos que se movieron en aquellos despachos. 'Para mí la Transición fue una gran mentira pactada por todos los partidos políticos. Además, el guión, que dura hasta hoy, no se elaboró aquí', afirma sin dar muchas más pistas. 'Las guardo para mi siguiente novela', se excusa.

El tercer disparo va enfilado hacia la profesión periodística. Para él, la situación ha cambiado completamente con respecto a hace 30 años. 'Ahora todo está en manos de grupos financieros que limitan la capacidad de independencia', señala, aunque ve una luz en Internet como resquicio para la libertad.

También su barrio, Malasaña, ha vivido una transformación brutal, según el escritor. 'Esto ahora es un barrio lleno de boutiques y parejas paseando al perro. Las calles de Toni Romano ya no existen', comenta. Aquí nadie se queda sin su ración de munición. Ni siquiera las series policiacas actuales: 'A mí me prohibieron Brigada Central y hasta que no vino un policía a supervisar no se emitió. Ahora, todas están controladas por la policía'. Lo dicho: con bala y a discreción. 

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