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Vuelve "Contra el Guernica", la fusta de Saura contra el circo del arte

EFE

Han pasado veintiocho años desde que el polifacético artista Antonio Saura publicara su libelo "Contra el Guernica", pero la nueva versión que ahora se reedita con el texto original y otros dos escritos más, mantiene la misma vigencia y la misma acuciante petición de cuentas a la historia.

Así lo entiende al menos su amigo e impulsor de la reedición de la obra Eduardo Arroyo, quien, junto a la hija mayor del pintor, Marina, ha presentado esta mañana la nueva versión de "Contra el Guernica".

"El libro fue publicado en 1982, pero no ha cambiado nada en realidad. Vivimos los mismos vicios, las mismas insoportables injerencias políticas en el arte y el arte que practica la clase política de deshacer el arte; esto que vemos todos los días, es el aniquilamiento total", argumenta el septuagenario Arroyo, que se considera heredero de la fusta del artista fallecido en 1998.

"Contra el Guernica" son una serie de aforismos -algunos, surrealistas- en los que Saura destroza la intocabilidad del gran cuadro, con argumentos como que es "un cartelón: una mercancía que se vende muy bien todo el año", o porque "va a ser protegido por extremismos de ambos signos".

En el texto de 1981, Saura critica con tres imprecaciones que se repiten constantemente -"detesto, odio y desprecio"- el "circo" en el que se convirtió la llegada del emblemático cuadro de Picasso a Madrid procedente de Nueva York, donde el artista malagueño quiso que estuviera hasta que la democracia volviera a España.

Aunque quizá, el que mejor defina la furia de Saura contra el periplo del cuadro sea: "Detesto imaginar qué hubiera opinado Picasso si hubiese sabido que el Guernica llegaría a España en un régimen monárquico, protegido por la Guardia Civil, siendo Calvo Sotelo presidente del Gobierno y un cura, director del Museo del Prado".

Según Arroyo, Antonio Saura anticipa en el texto la "burocratización" del arte y lo que va a ser "en los años venideros", criticando el dirigismo cultural desde el Estado y el tratamiento de algunas obras de arte emblemáticas como meros elementos de mercadotecnia.

Es un argumento que apoya y en el que abunda el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, quien en ese sentido afirma que, aunque el arte "nunca había sido tan popular" como lo es en este momento, "posiblemente tal vez nunca había llegado a unos límites tan bajos de creatividad" como ahora.

En su reedición de 2009 (Ediciones La Central), el texto incluye otros dos escritos posteriores, un artículo publicado por Saura en 1997 en el diario El País, titulado "Para salvar el Guernica", y el "Réquiem para el Guernica" redactado en 1992 con ocasión del traslado del cuadro a su actual ubicación en el museo nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Su prologuista, Félix de Azúa, ha explicado durante la presentación del libro que es un ejemplar "raro", fruto de un "cabreo monumental", y un desahogo "algo más que infantil" contra el "griterío demente" que acompañó la llegada a España del emblemático cuadro.

En la primera edición (Turner, 1981), "lo más sorprendente era que el objeto detestado, odiado y despreciado era el gran mural Guernica, la obra cumbre de la pintura del siglo XX", señala Azúa.

"En los años 80 -recuerda-, atacar el Guernica era como atacar al Ché Guevara en 1970, o a Franco en 1940. Las blasfemias de Saura fueron interpretadas de diferente modo, pero (...) Saura trataba de salvar a Picasso de sus adoradores".

Por Alicia G.Arribas

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