Cómo mantener el calor en casa sin subir la calefacción
Evitar la fuga térmica no solo nos ayudará a controlar la factura energética, también hará que estemos más confortables en nuestra casa.

Zaragoza--Actualizado a
Refugiarse del frío sin despilfarrar dinero ni energía es el gran reto económico de todos los inviernos. Un asunto en el que la capacidad aislante de nuestra casa es clave. Debido a la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior, existen una serie de procesos que hacen que el calor se transfiera a la calle, lo que a su vez enfría la instancia. O lo que es lo mismo, obliga al sistema de calefacción a trabajar más. De conseguir frenar esta fuga térmica depende en gran parte que la factura no se dispare.
Evidentemente, hay asuntos que son consustanciales a la construcción de la vivienda y que, por ello, son muy difíciles o caros de subsanar. Por ejemplo, si las ventanas cierran mal o las paredes exteriores están mal aisladas, el calor se escapará con mayor frecuencia. Algo sobre lo que poco podemos hacer, salvo que estemos dispuestos a afrontar grandes obras. Sin embargo, existen algunas prácticas que nos ayudan a reducir la fuga térmica, aumentando el confort y, en el proceso, ahorrar dinero.
1. Utiliza cortinas
Un punto crítico para detener la fuga de calor al exterior son las ventanas. Para evitar este escape es muy recomendable utilizar cortinas que mantengan el calor dentro de la estancia. Estas deben ser gruesas y estar compuestas de varias capas de materiales aislantes que propicien una mayor eficiencia energética a la casa. Las llamadas cortinas térmicas no están necesariamente reñidas con la estética, pues en la actualidad se fabrican de varios colores y texturas. Lo que les permiten mimetizarse a la perfección con el look general de la estancia y parecer un elemento decorativo más.
2. Aísla las puertas y ventanas con burletes
Quizá cambiar la ventana sea una operación muy costosa, pero se puede reducir la fuga térmica mediante el uso de burletes adhesivos de caucho, silicona o espuma. Se trata de una serie de bandas que se colocan sobre los bordes de las ventanas y que impiden que el calor se escape por ahí. ¡Ojo! Es muy importante también repasar el tambor de la persiana. De hecho, se trata de un punto de fuga muy habitual. Además, no te olvides de situar burletes debajo de las puertas, especialmente de la principal. Esa rendija, aunque parezca pequeña, es una invitación al calor para marcharse de tu casa.
3. Reviste las paredes que dan al exterior
Igual que las ventanas, las paredes exteriores son también un punto crítico. Una de las opciones para lograr una mayor capacidad aislante es instalar placas de yeso laminado, lo que no requiere una gran obra y es una solución muy eficaz. No obstante, para aquellos que no puedan o quieran realizar una modificación significativa, un truco es poner muebles y armarios grandes de madera en aquellas paredes que dan al exterior. Este material es un gran aislante, lo que ayuda a mantener la temperatura de la habitación.
4. Viste el suelo con alfombras y textiles
El suelo también es un punto clave para mantener el calor de la estancia. Por ello, utilizar alfombras gruesas nos puede ayudar a que este no se escape, además de generar una sensación hogareña mucho más confortable. Generalmente, la lana es el material más común. No obstante, textiles hipoalergénicos como el yute le están ganando espacio en los últimos años.
5. Cierra las habitaciones que no utilices
Esto es obvio, pero sin embargo muchas veces se nos olvida hacerlo. La idea es mantener aquellas habitaciones que no utilizamos cerradas, tanto puertas como ventanas. De esta manera, el espacio en el que hacemos vida se calentará más rápidamente, ya que el calor tiene menos espacio por el que disiparse. Además, también se minimizarán las corrientes de aire interno dentro de la casa. Lo que se conoce como un win-win.
6. Baja todas las persianas en cuanto se ponga el sol
Durante el invierno es imprescindible optimizar la luz solar. Siempre que se pueda, nos debemos ayudar de ella para calentar la casa y, así, no depender exclusivamente de la calefacción. Por ello, durante el día es más que recomendable tener las persianas levantadas y las cortinas corridas. Sin embargo, una vez que se pone el sol, llega el momento de bajar las persianas de toda la casa. No en vano, se trata de una protección extra contra el frío del exterior.
7. Tiende la ropa al aire libre (si es posible)
Con el frío y la humedad es habitual entrar el tendedero dentro de casa, para que así la ropa se pueda secar más rápidamente. Es una costumbre que tiene su razón de ser, pero que sin embargo puede ser contraproducente en nuestra misión de mantener nuestro hogar lo más caliente posible. No en vano, la humedad de la ropa ayuda a bajar la temperatura de nuestra casa. En caso de que tender en el exterior sea imposible, porque por ejemplo vivimos en una zona con muchas lluvias, entonces es recomendable buscar una de las habitaciones cerradas y utilizarla para tender allí.
8. Mantén los radiadores despejados
Con el objetivo de que se seque la ropa húmeda más rápidamente, hay quien la sitúa encima del radiador para acelerar el secado. Sin embargo, esta práctica lo que en realidad hace es elevar la humedad del ambiente; y en consecuencia baja la temperatura de la habitación. Además, en caso de prendas de gran tamaño, que cubren casi por completo el radiador, se genera es una barrera que reduce la eficiencia del calefactor, pues el calor que emiten no se dispersa de la manera adecuada en la habitación. Finalmente, esta práctica también es desaconsejable ya que la ropa se puede dañar o encogerse.
9. Aprovecha el calor residual
Existen algunas actividades de nuestro día a día que generan calor. Por ejemplo, el uso del horno o el lavavajillas. De hecho, este es uno de los motivos por los que la cocina suele ser una de las estancias más calientes de toda casa. Por ello, podemos aprovechar estas actividades a nuestro favor, dejando la puerta abierta de ambos electrodomésticos después de haberlos utilizados. Lo mismo sucede con la ducha en el baño. El vapor de agua caliente que se genera sirve para calentar la estancia, algo que podemos aprovechar abriendo la puerta, sino durante la ducha, al menos después de ella.
10. Ventila con inteligencia
Mantener el calor en casa es clave, pero eso no quiere decir que no debemos ventilar la casa en invierno. De hecho, sigue siendo necesario para evitar humedades y malos olores. Pero hay que hacerlo con cabeza, siendo muy conscientes de cuándo y cómo lo hacemos. Con unos 10 minutos al día es suficiente para renovar el aire sin que se enfríen paredes y muebles. Además, se ha de hacer esto siempre que se pueda por la mañana, cuando hay más sol y la temperatura exterior es menos fría.

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