El yacimiento de Vallparadís se descubrió en 1997, con ocasión de la construcción de un aparcamiento en la Mutua de Terrassa. Los arqueólogos sacaron todo lo que pudieron hasta que acabó la obra urbanística. En 2005, cuando comenzó a pocos metros de allí la construcción de una estación de los Ferrocarriles de la Generalitat, los arqueólogos estaban al pie del cañón: sabían que encontrarían más restos de hace un millón de años. 'Sólo podemos excavar la zona que queda afectada por la obra, es así por ley', explica Joan García.

Llevan dos años en un campamento, conviviendo con obreros de la construcción, excavadoras, camiones... 'No es lo mismo que las ruinas de una ciudad romana', se lamenta Kenneth Martínez. 'Allí no se puede edificar. Nosotros nos tenemos que llevar los restos que encontramos y siguen las obras'. El caso de Vallparadís ha permitido alcanzar estratos importantes. 'Esto sólo pasa con grandes infraestructuras', dice García 'Atapuerca y Orce son distintas porque están en zonas no antropizadas y, por lo tanto, son excavaciones programadas', es decir, fijas. La de Vallparadís se tiene que conformar con el carácter de 'urgente', que implica que, cuando acabe la obra, que es la que financia todo, se acaba el trabajo científico.

Antes de un mes culminarán los trabajos de la estación de Vallparadís. Los restos más importantes se hallaron en el nivel 10, antes del verano. Los que no se hayan retirado quedarán sepultados bajo las vías de tren. Medio centenar de arqueólogos han rastreado 700 metros cuadrados en el nivel de mayor interés. No es poco: el yacimiento de Orce tiene 100 metros cuadrados.

'Lo que queda ahora es el 99% del trabajo: el estudio, las conferencias, las exposiciones... La comunidad científica está ansiosa por conocer los resultados, que no tendremos antes de un año', adelanta García Habla apesadumbrado, porque para llevar a buen puerto las investigaciones se necesitan fondos: '¡Y cuesta horrores convencer a la Administración con una piedra!'.