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Los hijos de 'Furaco' vivirán cautivos

El complejo programa de cría del oso pardo cantábrico comienza a dar sus frutos tras la monta de 'Tola' en Asturias

MIGUEL MARTÍN ÁLVAREZ

Por fin llegó la cópula. El pasado domingo, 20 días después de disponer a Furaco, Paca y Tola -los tres osos pardos elegidos para el programa de cría en cautividad de la especie- en un mismo cercado, tuvo lugar el primer apareamiento. Los prolegómenos no hacían presagiar este desenlace. Desde el primer encuentro, Tola mostró un rechazo total y agresividad hacia Furaco, pero poco a poco fue aceptando al macho y se separó de su hermana Paca, a la que siempre ha estado unida. Esta segunda fase culminó con los arrumacos, mordisqueos y juegos sexuales entre la pareja; sin embargo, cuando Furaco intentó la monta, Tola se sentó escondiendo sus genitales en una típica actitud de las hembras de esta especie cuando consideran que no ha llegado el momento.

La tercera etapa ha sido la monta y consiguiente cópula, algo que ya ha sucedido varias veces en estos tres primeros días, y que ha tenido duraciones que varían entre tan sólo unos segundos y 20 minutos. 'La primera cópula tiene como función poner en marcha el aparato reproductor de la hembra para que en las siguientes esté preparada para quedarse preñada', comenta el veterano cuidador de las osas, Roberto García.

Este es el segundo año consecutivo en el que la Fundación Oso de Asturias, el Parque de Cabárceno de Cantabria -de donde procede Furaco- y la Universidad de León intentan reproducir en cautividad al oso pardo cantábrico. El año pasado la tentativa fracasó. Las famosas osas, instaladas en régimen de semilibertad en el valle asturiano del río Trubia, huían despavoridas ante la presencia de Furaco porque, probablemente, ni siquiera lo identificaban como un miembro de su misma especie.

Este año, el 14 de abril, comenzó el segundo intento. Se inició con un progreso significativo: las dos hermanas ya no huían al ver al macho. Se enfrentaban con agresividad a él si se aproximaba demasiado. La actitud se interpretó entonces como una señal de reconocimiento y de fase previa a la aceptación paulatina.

A pesar de la expectación, la supervivencia de la especie, con unos 130 ejemplares en España, no depende de la afinidad sexual de Furaco y las osas. Mientras que en el programa de cría en cautividad del lince ibérico en el Parque Nacional de Doñana el objetivo principal es la reintroducción de los nuevos ejemplares en el medio natural, los fines del programa de reproducción del oso pardo cantábrico en Asturias son muy diferentes, como explica Carlos Zapico, director de la Fundación.

'La primera razón es, sencillamente, el derecho biológico que tienen estos animales a aparearse. El segundo objetivo es fundamental para nosotros: la sensibilización social. A ella nos dedicamos. Y este objetivo conlleva un elemento muy importante para la región: la afluencia de un turismo respetuoso con el medio ambiente. El tercero es la investigación científica relacionada con la compleja tarea de la reproducción en cautividad de un mamífero como éste', señala.

No va a resultar fácil que Paca y Tola queden preñadas. En enero cumplieron 20 años, una edad avanzada para los osos, que viven unos 30 o 40 años en cautividad. Si al final tiene lugar el deseado embarazo no se sabrá hasta la primavera del año que viene. Como otros mamíferos, las osas tienen implantación diferida: el óvulo fecundado flota en el útero durante semanas o meses hasta que se implanta finalmente hacia el otoño, y sólo entonces da comienzo la gestación, que dura unos dos meses. Después, la hembra pare de una a tres crías en el período de hibernación.

Por tanto, si Paca y Tola quedan preñadas, tendrán sus indefensos oseznos (nacen ciegos y casi sin pelo) en las oseras que ellas mismas poseen en la montaña, en el amplio vallado de cuatro hectáreas de la Fundación Oso de Asturias. No se sabrá el resultado hasta que salgan de ellas en la primavera del próximo año.

Pero, por otra parte, las hembras de oso pardo tienen una ovulación inducida, es decir, la cópula provoca la ovulación, lo que conlleva una situación favorable, ya que implica mayores probabilidades de quedar preñadas.

Además, tanto machos como hembras son muy promiscuos. En diversas jornadas consecutivas -en un mismo período de celo- una hembra puede copular con diferentes machos. A su vez, estos aumentan su área de campeo en la estación de celo en busca de hembras receptivas. La promiscuidad de las osas evita, así, los infanticidios. Los científicos creen que los machos reconocen a las hembras con las que han copulado y respetan a los cachorros que las acompañan, pues podrían ser sus hijos.

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