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La NASA regresa al ‘infierno’

Esta tarde, 30 años después de la última visita de una sonda a Mercurio, Messenger tomará imágenes de una región aún desconocida del planeta más cercano al Sol

DANIEL MEDIAVILLA

En 1975, la sonda estadounidense Mariner 10 completó su tercer y último acercamiento a Mercurio. De aquellas tres visitas, las últimas realizadas por un artefacto humano a ese planeta, quedaron imágenes de algo menos de la mitad de su superficie y muchas preguntas. El planeta más cercano al Sol tiene un rostro machacado por los meteoritos, parecido al de la Luna, pero en su interior guarda un núcleo metálico mayor que el de Marte; tiene un campo magnético que sus entrañas no deberían producir; incluso es probable que en su superficie abrasada por el Sol haya refugios en los que se conserven depósitos de hielo.

Tras más de 30 años de ausencia, hoy una sonda volverá a mirar a Mercurio de cerca. Se trata de Messenger, de la NASA. Sobre las ocho de la tarde (hora peninsular) sobrevolará a unos 200 kilómetros de altitud el hemisferio que Mariner 10 dejó sin fotografiar. Tomará 1.200 fotografías y aprovechará para ralentizar su marcha en una complicada maniobra de inserción en la órbita mercurial que se consumará, tras dos acercamientos más, en marzo de 2011. Después, permanecerá allí durante un año para explorar uno de los pocos sitios del Sistema Solar aún desconocidos.

Los responsables de la misión creen que las imágenes que Messenger envíe esta tarde pueden deparar sorpresas, pero ya tienen una serie de preguntas que desean contestar. Uno de los enigmas que se comenzarán a resolver es el que existe en torno al enorme volumen de su núcleo -se calcula que puede suponer un 40% del volumen del planeta, frente al 17% de la Tierra-.

Una de las hipótesis más aceptadas relaciona la desaparición de la corteza que debería encontrarse sobre el núcleo de Mercurio con un impacto similar al que arrancó de la superficie terrestre el material con el que se formó después la Luna. En este caso, un choque habría pelado la parte de la corteza que falta, dejando tras de sí un planeta mucho más denso de lo previsto.

En una conferencia de prensa, el pasado jueves, el responsable de la División de Ciencia Planetaria de la NASA, James Green, subrayó lo mucho que aún se desconoce sobre la formación de los planetas del Sistema Solar: 'Ahora sabemos que muchos planetas se formaron en la nébula original en un lugar distinto del que están ahora. Además, los planetas interiores (entre Mercurio y Marte) requirieron más tiempo para formarse y se vieron envueltos en procesos muy caóticos, con eventos dramáticos, rupturas, reuniones... Aún queda mucho por saber y para esto servirá Messenger'.

Otro de los enigmas que Mariner 10 agitó con sus imágenes está relacionado con la presencia de un inesperado campo magnético. Estos campos suelen estar generados en el núcleo del planeta, por un material derretido capaz de conducir la electricidad. Si se tiene en cuenta la escasa cobertura que protege el nucleo de Mercurio, ese material debería haber perdido hace tiempo su calor, quedando sólido y sin fuerza para crear un campo magnético. El investigador del CSIC Josep María Trigo explica: 'Se quiere comprobar si el campo magnético de Mercurio está fosilizado y se mantiene constante a lo largo del tiempo, o si varía como lo hace el campo magnético de la Tierra'. La primera hipótesis haría difícil explicar cómo es posible que este campo se encuentre presente en todo el planeta; la segunda requeriría una explicación de cómo se mantiene líquido un interior que debería estar seco hace tiempo.

Un tercer aspecto paradójico que las observaciones previas de Mercurio han dejado intuir y Messenger comenzará a desvelar a partir de hoy es la presencia de hielo en el planeta más churruscado del Sistema Solar. 'Si no hay casquetes polares, es muy posible que haya cráteres cercanos a los polos, donde no llegue la luz del Sol, como sucede en la Luna, donde podría haber conservado hielo. Hay que tener en cuenta también que durante las últimas fases de formación este planeta fue bombardeado por objetos, como cometas o asteroides condríticos, que habrían aportado el agua que ha podido quedar preservada en estas zonas', afirma Trigo.

Protección cerámica
Cuando Messenger dirija sus cámaras hacia Mercurio, una sombrilla cerámica protegerá sus equipos de las temperaturas de más de 300 grados que sufrirá la parte de la sonda iluminada por el Sol y los mantendrá en torno a los 20 grados. En estas condiciones deberá trabajar durante un año a partir de marzo de 2011, cuando entre definitivamente en la órbita de Mercurio. Hasta entonces, los acercamientos de Messenger a este planeta servirán para realizar un estudio preliminar y afinar las preguntas que la sonda deberá realizar dentro de tres años.

Después de más de 30 años tratado como la cenicienta del Sistema Solar, un nuevo periodo de interés por Mercurio se abre mañana. Tras Messenger, en 2019 una ambiciosa misión europea, bautizada como BepiColombo, llegará al planeta más cercano al Sol. Entonces, el estudio de su superficie o el campo magnético se completará con medidas que servirán para testar incluso la teoría de la relatividad general elaborada por Albert Einstein.

El planeta favorito de Albert Einstein
El genial físico inglés Isaac Newton nunca fue capaz de explicar con su teoría gravitatoria el extraño movimiento de Mercurio en torno al Sol. El enigma no se resolvió hasta que ya en el siglo XX Albert Einstein empleó el movimiento orbital de este planeta como primera prueba convincente de que su teoría de la relatividad general era correcta. Dada su cercanía al Sol, Mercurio siente con mayor intensidad que cualquier otro planeta el tirón gravitatorio de la estrella.

Algunos físicos creen que la energía oscura que provoca la aceleración de la expansión del Universo puede provocar, en lugares límite, variaciones en el comportamiento previsto para la gravedad por la teoría de Einstein. Uno de estos lugares sería Mercurio. Para comprobar los límites de la relatividad, la sonda de ESA y Jaxa BepiColombo medirá -a partir de 2019- anomalías en la órbita de este planeta que no puedan ser explicadas por esta teoría. Mercurio podría refutar de nuevo a un científico genial.

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