Este artículo se publicó hace 15 años.
La química entre sexos a los 50
Durante medio siglo se ha debatido si las feromonas existen en los humanos
Poco podían imaginar el bioquímico Peter Karlson y el entomólogo Martin Lüscher que el término que inventaron pasaría a formar parte de una cultura popular donde la palabra feromona acompaña en algunas webs a alargadores de pene o vibradores.
Hace 50 años, estos dos científicos publicaban en Nature un estudio en el que encarrilaban definitivamente la investigación sobre un fenómeno presentido desde la antigüedad: existen sustancias que actúan como mensajeros químicos entre miembros de la misma especie y que provocan efectos sobre el comportamiento, principalmente de tipo sexual.
En 1959, el Nobel Adolf Butenandt había derivado sus estudios desde las hormonas sexuales humanas a los insectos. Medio millón de mariposas de la seda le permitieron aislar unos miligramos de bombicol, una sustancia que, a diferencia de las hormonas, no actuaba sobre el propio individuo, sino sobre sus semejantes. Las mariposas hembra lo empleaban para atraer a los machos. El bombicol era el primer agente químico identificado en una categoría que desde la década de 1930 se venía llamando ecto-hormonas (hormonas externas). Buscando un nombre más específico y sonoro, Karlson y Lüscher conservaron la raíz que alude a las hormonas, añadiendo un prefijo griego que introducía la idea de transporte; así nació la palabra feromona.
Desde entonces, la identificación de estos compuestos se ha multiplicado, así como sus modos de actuación, sus efectos y las especies que las producen. Una gama de animales, desde el insecto al elefante, emplea esta comunicación química para fines tales como conseguir pareja, organizar los grupos sociales o marcar la ruta hacia el alimento. Pese a que el mundo de las feromonas se ha complicado con el descubrimiento de mezclas y sustancias odoríferas, aún sorprende que el elefante asiático emplee la misma feromona que muchas polillas, como se descubrió en 1996.
¿Qué hay de los humanos? No hay duda de que una feromona sexual humana sería un caramelo para la industria y para el público. Pero, a pesar de que se buscan desde hace medio siglo, el zoólogo y experto en feromonas Tristram Wyatt es tajante en el comentario que publica hoy en Nature: "no se ha identificado ninguna de forma concluyente, a pesar de las historias en la prensa popular". Con todo, Wyatt opina que, como mamíferos, probablemente las usemos.
Todo vale en el juego del amor... aunque sea falso
Extracto de axila
Según el experto Tristram Wyatt, de la Universidad de Oxford, el mejor candidato para una feromona sexual humana sería un compuesto aún no identificado, presente en extractos de axila femenina y que sería responsable de la aparente sincronización menstrual entre mujeres que viven juntas, como se describió en Nature en 1998. Wyatt apunta que la identificación de esta sustancia reguladora del ciclo podría abrir la puerta al diseño de anticonceptivos inhalables.
Reclamos y engaños
Pese a lo que diga la ciencia, numerosas webs de productos sexuales aseguran vender perfumes basados en feromonas. Pero o bien se trata solo de hormonas, como la androsterona, o de posibles feromonas de mamíferos sin efecto demostrado en humanos, como la androstenona o el androstenol. Como en el caso de los alimentos afrodisíacos, el efecto puede estar más en la mente del consumidor que en las propiedades del compuesto.
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