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Alemania defiende su memoria histórica

La literatura alemana es la invitada al encuentro literario, que arranca mañana. Destacan los libros sobre el pasado más reciente del país y la explosión estética de los nuevos autores del Este

PAULA CORROTO

Cuando el Muro de Berlín fue derribado por la muchedumbre en noviembre de 1989, muchos de los autores que hoy triunfan en premios y librerías aún jugaban en los parques del Este de la ciudad. Su mayor acercamiento a las dos Alemanias era la diferencia en las golosinas que se vendían a ambos lados del gran telón y las preguntas con trampa en el colegio sobre si en su televisión aparecía un reloj digital (en el Oeste) o analógico (en el Este).

El suceso, sin embargo, pronto se convirtió en uno de los grandes temas literarios. Tanto que, a comienzos de la década de los 2000 acabó atrapando a aquellos autores que aún eran niños o adolescentes durante la reunificación, como es el caso de Julia Franck (Berlín Este, 1970), autora de Zona de Tránsito (Tusquets), y Uwe Tellkamp (Dresde, 1968), autor de La Torre, que publicará próximamente Anagrama.

'La memoria histórica es una temática que lleva vigente desde los setenta, pero es cierto que ahora los jóvenes han vuelto a concienciarse y muestran su visión de la antigua RDA (República Democrática de Alemania). Quieren saber lo que ocurrió en el pasado para entender a la sociedad actual', confirma a este periódico la crítica Cecilia Dreymüller,
una de las coordinadoras de esta edición de la Feria del Libro de Madrid, que comienza mañana. 'Además, la literatura alemana siempre ha estado muy politizada y ha tenido una enorme responsabilidad con su sociedad e Historia', añade. Entre los ejemplos, los clásicos Günter Grass, Heinrich Boll y Herman Hesse.

La Feria del Libro de Madrid tiene este año como invitados a los autores de este país. Durante tres semanas pasarán por sus carpas escritores veteranos que llevan años indagando con una visión muy crítica en el pasado de su país, como Hans Magnus Enzensberger, que presenta Hammerstein o el tesón (Anagrama), Volker Braun, autor de la obra de teatro La gran paz, o Rüdiger Safranski, ensayista conocido por sus trabajos sobre el espíritu alemán.

A ellos se le sumarán los autores jóvenes, procedentes en su mayoría del antiguo bloque oriental que, además de reflexionar sobre el pasado, son la nueva sensación para la crítica por sus riesgos estéticos y argumentales, que les alejan de las coordenadas que impuso el Grupo 47, basadas en la refundación de las letras alemanas tras la posguerra en la misma línea que propuso la Generación del 98 en España.

'Los jóvenes miran atrás para entender el presente', dice la crítica Dreymüller

'Entre los escritores del Este nos estamos encontrando con una ficción muy buena, son muy vanguardistas', confirma la agente literaria Isabel Piedrahita, especialista en literatura alemana, quien apunta el nombre de Natasa Dragnic para la próxima temporada como una de las grandes revelaciones. Además, entre estos autores ya no pesa tanto la Ostalgie (nostalgia del bloque comunista), que sí estaba presente hace algunos años. 'Hay una conciencia histórica crítica. Y lo interesante es que cuidan mucho la calidad literaria', constata Dreymüller.

Algunos de los ejemplos que muestran por dónde se mueve la literatura actual son los de las autoras Jenny Erpenbeck (Berlín Este, 1967), que acaba de publicar en Destino Una casa en Brandenburgo, una historia llena de lirismo que recorre todo el siglo XX alemán, sin entrar en juicios o responsabilidades morales, y Katrin Schmidt (Gotha, 1958), autora de Los gatos negros de Seebach, sobre el acoso de los servicios secretos de la RDA (en la línea de la película La vida de los otros). Incluso hay propuestas aún más turbadoras, como la de Clemens Meyer (Halle an der Salle, 1977), autor del libro de relatos La noche, las luces (Menoscuarto), puro Raymond Carver, con mucho realismo sucio y personajes inmigrantes que intentan hacerse un hueco en la Alemania contemporánea.

'El presente se explica con el pasado', dice el dramaturgo Volker Braun, y para muchos autores no se puede entender el país de Angela Merkel sin prestar atención a la llegada de la inmigración. A pesar de que la Feria del Libro de Madrid no les ha hecho hueco, entre la población turco-alemana han surgido en los últimos tiempos escritores como Feridun Zaimoglu (Leyla, publicada por 451) que, con una estética argumental muy en la línea del director de cine Fatih Akin (Contra la pared), revela 'todo aquello que no funciona en la fantástica Alemania actual. Los hijos de los inmigrantes turcos también escriben con una conciencia de las diferencias culturales', apunta Dreymüller.

'La ficción que llega del bloque oriental es más arriesgada', explica una agente

Si bien las letras alemanas gozan de una actitud crítica y riesgos estéticos, hay una literatura comercial que ha encontrado una amplia respuesta entre los lectores, y no sólo de Alemania. De hecho, últimamente han aparecido escritores como Cornelia Funke, David Safier (Maldito Karma) -estará en la Feria- y Daniel Glattauer (Contra el viento del norte), que han copado la lista de los libros más vendidos, incluso en España. 'Esto demuestra que también hay una literatura que cada vez está más cerca. Antes había más diferencias, pero ahora se están abriendo', recalca la agente literaria Sandra Rodericks, de la agencia UTE Körner.

Y entre este boom destaca la novela negra histórica. En la Feria estarán presentes Christian Schummann y Volker Kutscher, dos de los escritores con más éxito en España. Sin embargo, los críticos alemanes son duros: 'Es literatura para comer y no morirse de hambre'. A ellos les interesa la reflexión sobre su país.

Volker Braun. Autor de ‘La gran paz’

En Alemania, los escritores aún tienen puesta la mirada en el pasado de su país. ¿Por qué existe este interés?

El presente nos obliga a no olvidar el pasado. El nuevo milenio comenzó con guerras y ha continuado en un ambiente de represión. Parece que somos incapaces de aprender. Todos anhelamos que las experiencias que se han vivido se entierren profundamente. Pero el presente siempre trae consigo el pasado.

¿Por qué cree que los jóvenes escritores se centran también en épocas como la del Muro de Berlín?

El presente es lo que desde la política se busca adormecer, enterrar. Pero de esa manera no puede mantenerse. Por eso los escritores deben esforzarse en mostrar eso que está soterrado y adormecido, y la forma es mirar al pasado.

¿Existen aún dos Alemanias literarias?

Los alemanes del Este tenemos la experiencia de dos sociedades: la protosocialista y la poscapitalista. La conclusión es que los alemanes orientales sufrimos con anticipación la derrota y nuestras ilusiones son ahora más pobres. Quizá esa es nuestra pequeña ventaja local.

¿Cómo cuenta la Historia la literatura?

La literatura no se puede quedar en lo que se ve a simple vista, sino que debe agarrar las contradicciones y las fatalidades de un tiempo y una sociedad. El gran reto consiste en escribir en los márgenes de los acontecimientos y también destacar todas nuestras estupideces. 

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