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Anca Damian, cineasta: "El cine de animación da libertad total para imaginar"

La autora Anca Damian charla sobre los procesos creativos con alumnos de la Escuela de Arte de Sevilla: "Hacer cine es un 70% de psicoterapia y un 30% de dar a conocer a la otra persona la idea".

Anca Damian, en el centro, este martes en Sevilla.
Anca Damian, en el centro, este martes en Sevilla. R. B.

Más allá de los focos y las candilejas, el festival de cine de Sevilla abre ventanas a los procesos creativos en los que se puede ver la maquinaria de la magia, los engranajes del cine. Uno de ellas fue la charla que la artista rumana de animación Anca Damian, autora, entre otras obras, de Crulic - El camino al más allá, de Las vidas de Marona, y de The Island, mantuvo este martes en el pabellón de Chile, con estudiantes de Arte que la interrogaron sobre sus referencias y sobre el cómo del arte, sobre la alquimia detrás de la transformación de una "emoción" en una película.

Damian contó, sin cubrirse, sus procesos creativos. Para empezar, reivindicó la animación, género en el que se ocupa, como "puro cine". "Da libertad total para imaginar. El arte visual es parte de la historia y sirve como punto de encuentro entre distintas artes: poesía, danza, música, todo se puede encontrar ahí y hacer una obra de arte nueva".

Damian se refiere a su obra, en términos irónicos, como una "salchicha". Para ella, si una película dura una hora y 50 minutos, ella hace una "salchicha de una hora y 50 minutos" y piensa "cómo flota en el tiempo": "Todas mis películas animadas están conectadas a la línea de tiempo. El tiempo pensado como una especie de cordón sonoro. El cine contiene el desarrollo del tiempo", afirma la autora, sentada en un sofá, en el salón de actos de la Escuela de Arte.

Damian explica que ella "siempre empieza la construcción con la música y el guión", que van antes que "la imagen". Es el sonido el que arma la imagen. La autora asegura que ella es una artista visual frustrada, que era muy buena en matemáticas y que sus padres preferían eso al arte. "Mi estructura es de artista visual. En Rumanía no hay escuela de animación, así que aprendí sola las técnicas. Quizás fue bueno porque no aprendí una sola, aprendí muchas".

La emoción

Eso y haberse lanzado, sin antes haber hecho cortometraje alguno, al largometraje, le fue muy útil. Ella, dijo, buscaba la mejora manera de contar una historia. Y la animación fue "la respuesta". La "libertad total" de la animación le permitió, por ejemplo, darle una voz a la perra Marona.

"Encontrar –abunda Damian– la mejor manera de contar una historia es el objetivo para cada proyecto. Cuando empiezo un proyecto tengo una visión de lo que quiero contar. Arranco muy arriba y muy feliz. Y luego viene la caída: te das cuenta de que hay mucho trabajo que hacer". Hacer la película se convierte, así, en un "proceso retador". "¿Es esta la mejor imagen? Te retas, no estás satisfecho, profundizas en ti", dice Damian a los estudiantes.

"Lo asombroso, lo sorprendente es que el punto de partida [para una película] es una emoción y una energía que tomas de la realidad. Esa emoción es el corazón del proyecto. Te ilumina y te alimenta y te acompaña cuanto estás cansado. Esa es la energía que sale cuando te preguntas qué estás haciendo. Cada película tiene una diferente energía, una diferente emoción, que se renueva gracias al equipo".

Sobre el trabajo en equipo al que lleva obligatoriamente el cine, una obra colectiva, Damian propone: "El cineasta es como un conductor, un director de orquesta. Debe transmitir la idea. Hacer cine es un 70% de psicoterapia y un 30% de dar a conocer a la otra persona la idea". Ella suele trabajar con tres artistas que la ayudan a pulir su idea, cada uno le aporta alguna cosa. "El tema es cómo generar esta conversación en que se habla de ropas locas, de piratas, de colores… este Ping Pong de ida y vuelta es lo que vale. El proceso es encontrar a la gente correcta y que se vuelvan creativos con ello, porque aunque viajen las palabras, cada uno las recibe de manera distinta". Eso sí, sus colaboradores no deben ser "ejecutores", sino "creadores". "En la creación está la riqueza", resumen Damian.

Le preguntan por sus referencias. "No sólo parten del arte, también de la realidad", dice. Se habla del museo de Arte Subacuático en Cancún, del festival del hombre quemado en Nevada (EEUU), de Magritte, del surrealismo. "Esa mezcla de realidad y arte no debe ser una copia sino algo único, una obra nueva", dice Damian.

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