Este artículo se publicó hace 13 años.
Un asesino en serie en la División Azul
Gerardo Herrero ultima el rodaje de 'Sangre en la nieve'
Fuera del plató brilla el sol de Alicante, que calienta la mañana con 24 grados centígrados. Pero Juan Diego Botto, caracterizado como el soldado de la División Azul Arturo Andrade, tiene que imaginarse que hace mucho frío. Va abrigado de la cabeza a los pies, incluido un gorro convenientemente salpicado de motas blancas que imitan la nieve del invierno ruso de 1943.
Andrade entra con paso firme en un decorado que simula una iglesia de campaña, con sus bancos, su altar y sus imágenes de santos. La misión del personaje de Botto es interrogar al sacerdote. Junto a él, camina su compañero de pesquisas, el sargento Espinosa, encarnado por el actor Carmelo Gómez.
La escena se grabó ayer, y era una de las últimas secuencias que quedaban por rodar de la película Sangre en la nieve, del director y productor Gerardo Herrero. Durante toda esta semana, el equipo ha rodado los interiores del filme en los estudios de Ciudad de la Luz, en Alicante. Allí, los encargados de decoración se afanaban ayer en recrear los interiores de fábricas abandonadas, templos ortodoxos o duchas de cuartel militar.
En busca de frío y nieveLas altas temperaturas de estos días en la ciudad levantina contrastan con los hasta 25 grados bajo cero de Lituania, el lugar elegido para rodar los exteriores durante los dos últimos meses. La elección de Lituania responde a que "hacía falta nieve, hacía falta frío y hacían falta unos paisajes muy concretos", según el director. Las fotos que Herrero muestra del rodaje en aquel país dan una idea del ambiente buscado: explanadas inmensas nevadas, bosques helados, y grandes edificios adornados para la ocasión con la esvástica nazi. El frío intenso ayudó a los actores a interpretar fielmente las condiciones de vida de las tropas que Franco envió para ayudar a Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
La película está basada en una novela del escritor asturiano Ignacio del Valle, que cuenta la investigación por parte de dos soldados de la División Azul Botto y Gómez, en la película que intentan descubrir la identidad de un asesino en serie y sus crímenes rituales. La primera escena del filme ya muestra el primer cadáver: un soldado español congelado entre caballos muertos, degollado y con una misteriosa inscripción junto a él.
Los crímenes son brutales "y los espectadores cuenta Herrero presenciarán el resultado de los asesinatos". El director resume la película como un "thriller de investigación con una historia de amistad en un contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial". Con tales ingredientes, la dimensión política es inevitable, pero Herrero busca que esté lo más soterrada posible.
Los conocedores de la historia de la División Azul verán reflejadas las tensiones entre falangistas y militares franquistas de nuevo cuño, o los recelos mutuos entre españoles y alemanes. Además, el personaje de Arturo Andrade, republicano obligado a lavar sus culpas en la estepa rusa, evoca la Guerra Civil española. Pero, sobre todo, presenciarán la paradójica búsqueda de un solo asesino en medio de una guerra que se cobra decenas de vidas todos los días.
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