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La cara B del motor de Europa

Clemens Meyer retrata en 'La noche, las luces' una Alemania maltratada por la política económica del euro

PAULA CORROTO

'Ah, ¿pero nos llamáis el motor de Europa?'. Clemens Meyer (Halle, Alemania, 1977) se extraña cuando se describe así a su país. No sabe que en España, cuando Angela Merkel habla, las estructuras socio-económicas tiemblan. Los relatos que componen su libro La noche, las luces (Menoscuarto) están nutridos por personajes alejados del dulce Estado del bienestar y la superioridad alemana. Son hombres y mujeres marginales, que han estado en la cárcel, que están en el paro y que su mayor impulso vital es la supervivencia. Son la cara B de ese país que mueveEuropa.

'Los personajes cuya vida es un drama, una tragedia, son los que me interesan para la literatura. Pretendo hacer arte con la gente marginal, que también existe en Alemania, donde el euro también lo ha encarecido todo', confiesa el escritor, que ayer fue una de los invitados de la Feria del Libro de Madrid.

'Me interesan los personajes cuya vida es un drama. Eso es literatura'

El propio Meyer, cuyos brazos están plagados de tatuajes, también procede de un barrio conflictivo del Este alemán en el que siempre habitó la desesperanza. Él mismo, antes de empezar su carrera, trabajó de vigilante y conductor de carretillas, entre otros oficios. Incluso llegó a pisar la prisión con 17 años. 'Pero fue por una pena menor. Ahora bien, conozco a gente que ha estado en la cárcel. Creo que eso es muy importante para un escritor. Como ir a un bar y escuchar historias. Un escritor es siempre un buen psicólogo. Y los ojos y las orejas son lo más importante que tiene', sostiene.

Sus pequeñas historias beben del estilo de Raymond Carver y Ernest Hemingway. Esta influencia norteamericana alejada de la tradición literaria alemana 'Siempre tan elevada', critica se debe, según él, a la llegada de los libros de esos autores a la antigua República Democrática Alemana (RDA). 'Tienen un halo socialista, por eso se podían leer. Sin embargo, nosotros no leímos a autores alemanes como Günter Grass hasta la caída del Muro', aclara.

'En la RDA hubo censura, por eso los autores del Este son más arriesgados'

El telón de acero ha sido para él un icono literario. De hecho, en su primera novela, Als wir träumten (Cuando soñábamos, aún no traducida al español) retrata el antes y después de aquel suceso. Con ella se ganó el favor de la crítica en 2008. 'La caída del Muro fue un gran cambio. Yo tenía 12 años y lo recuerdo como un gran caos. Siempre quise escribir sobre ello. Pero cuando lo hice decidí cerrar ese capítulo, a pesar de que nunca lo cierras del todo. Para mí estos relatos también remiten al Este', comenta.

El Muro aún bifurca la literatura alemana en dos. El riesgo que han tomado los escritores del Este, apenas se entrevé entre los autores del otro lado. 'Tenemos una historia diferente. Yo leí autores del Este, como mi padre. Y en la RDA también hubo censura. Los escritores se tuvieron que inventar otra literatura', explica sin la ostalgie que está presente en otros autores.

Aún así, en Alemania no escama detenerse en estos sucesos históricos: 'El pasado siempre está en el presente. Hay una responsabilidad', culmina.

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